Bagley es sinónimo de historia industrial en la Argentina. La empresa, que nació hace más de 160 años, no solo es la creadora de algunas de las galletitas más famosas del país como Chocolinas, Rumba, Amor y Criollitas, sino que también fue pionera en el marketing nacional con la bebida Esperidina, que aún hoy se produce.
La historia de Bagley comienza en 1861 cuando Melville Sewell Bagley, un joven estadounidense de 23 años, huyó de la guerra de secesión y recaló en Buenos Aires. Allí, experimentando en una droguería, creó la Esperidina, el primer producto registrado oficialmente como marca en Argentina. Su éxito lo llevó a fundar la compañía Bagley en 1864, que poco después incursionó en el incipiente mercado de las galletitas, hasta entonces dominado por importaciones británicas.
Las primeras galletitas Lola marcaron el inicio de la tradición, seguidas por productos que hicieron historia como las Mitre, en homenaje a Bartolomé Mitre, y las Ópera, dedicadas al Teatro Colón. Pero el verdadero salto lo dio bajo la conducción de Pedro Mosotegui, quien compró la compañía en 1910 y la lideró hasta 1944, transformándola en un gigante de la alimentación en el país.
Bagley llegó a tener participación en empresas claves como el ingenio azucarero San Martín del Tabacal y la fabricante de aluminio Alvar, diversificando su influencia económica. Desde entonces, amplió su portafolio con marcas que marcaron generaciones: Merengadas, Sonrisas, Tentaciones, Chocolinas (lanzadas en 1975), y un sinfín de variedades que acompañaron la vida cotidiana de los argentinos.
El negocio familiar duró más de 80 años, hasta que en 1994, el grupo francés Danone compró la empresa por 240 millones de dólares, en el contexto de la apertura económica del menemismo y la convertibilidad. La concentración de marcas y la crisis del 2001 llevaron a la desaparición de varios clásicos, como las Panchitas o los alfajores Graffiti, en un intento por optimizar costos y simplificar la oferta.
La gran reconversión llegó en 2004 cuando Danone se asoció con Arcor, el gigante cordobés, para formar Bagley Latinoamérica, una empresa que hoy controla más del 40% del mercado argentino de galletitas. El cierre de la histórica planta en Barracas y el traslado de la producción a Córdoba y Salto fueron parte de esa reestructuración.
Actualmente, Bagley no solo lidera el mercado local sino que también se ha expandido en la región. La firma mantiene una sociedad con Arcor y busca profundizar su integración en el negocio lácteo tras adquirir una parte de Mastellone Hermanos, dueña de La Serenísima. En tanto, algunas de sus marcas siguen vigentes y otras han sido reinventadas, manteniendo viva la tradición de una empresa que es parte del ADN alimentario argentino.
Redacción: Diario Inclusión.