La grabación clandestina en la Casa Rosada expone la vulnerabilidad institucional del oficialismo y reaviva las denuncias por corrupción que golpean al entorno presidencial. La oposición acusa a Javier Milei de utilizar la bandera de la “casta” mientras su propio círculo enfrenta sospechas de coimas millonarias.
Una crisis que crece
La filtración de audios de Karina Milei, hermana del Presidente y secretaria general de la Presidencia, no solo encendió alarmas de seguridad dentro de la Casa Rosada, sino que también profundizó las críticas hacia un gobierno que prometió terminar con la “casta” y la corrupción, pero hoy aparece envuelto en escándalos que alcanzan a su núcleo más íntimo.
Aunque las grabaciones difundidas hasta ahora no revelan delitos, sí dejan en evidencia que el oficialismo intenta victimizarse frente a lo que describe como “espionaje ilegal”, sin dar respuestas claras sobre las sospechas previas de coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), donde se habrían desviado hasta 800.000 dólares mensuales mediante contratos irregulares con una droguería privada.
El doble discurso
Para la oposición y distintos analistas, el discurso presidencial pierde fuerza frente a los hechos. Mientras Javier Milei insiste en denunciar a la “casta política” por prácticas corruptas, las investigaciones judiciales apuntan a su propio entorno familiar y a funcionarios de primera línea. La supuesta participación de Karina Milei en un sistema de retornos millonarios choca de lleno con la narrativa de austeridad y honestidad que el gobierno buscó instalar.
Impacto político y desconfianza social
La filtración se produce en plena campaña electoral y amenaza con erosionar aún más la credibilidad de un gobierno que enfrenta caída en los índices de aprobación. Para sectores opositores, se trata de la prueba de que el “cambio” prometido por Milei no es más que una fachada, mientras se reproducen viejas prácticas de la política argentina bajo un nuevo ropaje ideológico.
La crisis no solo se mide en términos electorales, sino también en la institucionalidad: la posibilidad de que se espíe a funcionarios dentro de la Casa Rosada refleja un nivel de descomposición preocupante en el aparato estatal.
En lugar de dar explicaciones de fondo sobre el entramado de corrupción que lo rodea, el oficialismo insiste en denunciar conspiraciones. El resultado: un clima de desconfianza que golpea al corazón de la Presidencia y deja al descubierto la fragilidad del poder de Javier Milei.
Redacción: Diario Inclusión.