En un búnker marcado por el silencio y los gestos adustos, Javier Milei enfrentó los micrófonos para reconocer lo que ya era evidente: “Hemos tenido una clara derrota, un revés electoral, y hay que aceptarlo”. La frase, pronunciada con tono firme, marcó el inicio de una autocrítica que, sin embargo, no implicará cambios en el rumbo económico del Gobierno.
El presidente prometió un “profundo análisis de los resultados” y aseguró que se corregirán “todos los errores, todo en lo que nos hayamos equivocado”. Pero rápidamente aclaró que la dirección de su gestión se mantendrá intacta, incluso tras perder por más de 13 puntos en el distrito electoral más importante del país.
La escena tuvo a Santiago Caputo nuevamente cerca del presidente, luego de haber sido desplazado durante el cierre de listas, dominado por Karina Milei, Sebastián Pareja y los Menem. Su reaparición sugiere un posible reordenamiento interno, en busca de mayor eficacia política.
También estuvo presente Mario Lugones, ministro de Salud, quien atraviesa una situación crítica por el escándalo del fentanilo contaminado que provocó decenas de muertes. Su ubicación en el escenario, entre Milei y Caputo, no pasó desapercibida y fue interpretada como un gesto de respaldo en medio de la tormenta.
La derrota bonaerense dejó al oficialismo en estado de revisión. La falta de resultados tangibles en la economía, sumada a una estrategia electoral cerrada y sin alianzas, debilitó la conexión con sectores moderados. El mensaje de las urnas fue claro: el modelo libertario enfrenta límites concretos.
A pesar del golpe, Milei se mostró desafiante. Ratificó su convicción en el programa económico y evitó cualquier señal de giro pragmático. La autocrítica, según sus palabras, será profunda, pero no implicará concesiones ideológicas ni cambios estructurales.
Con las elecciones de octubre en el horizonte, el Gobierno deberá decidir si profundiza su estilo confrontativo o si abre espacio a una gestión más empática y territorial. Por ahora, Milei apuesta a la coherencia doctrinaria, aunque el costo político empieza a acumularse.
Redacción Diario Inclusión