Desde el Instituto Weizmann de Israel, el profesor Rony Paz encabeza una investigación pionera sobre cómo el cerebro humano se desestabiliza ante situaciones de ansiedad y estrés postraumático. Su trabajo se centra en el delicado equilibrio entre la amígdala —centro de procesamiento emocional— y la corteza prefrontal, responsable de la cognición avanzada y la toma de decisiones racionales.
Paz sostiene que cuando ese equilibrio se rompe, la amígdala sobrerreacciona y la corteza prefrontal pierde capacidad de regulación, generando respuestas desadaptativas. Este fenómeno es clave para entender por qué algunas personas desarrollan trastornos como el TEPT, mientras que otras logran procesar eventos traumáticos sin consecuencias clínicas.
Con formación en matemática, filosofía y computación neuronal, Paz lidera el Instituto Azrieli de Ciencias Neuronales y Cerebrales, donde impulsa una mirada integradora entre neurobiología, inteligencia artificial y salud mental. Su equipo trabaja en tres frentes: investigación básica, aplicaciones clínicas y desarrollo de tecnologías para modular la actividad cerebral en tiempo real.
Uno de los avances más prometedores es el uso de algoritmos de IA para decodificar patrones neuronales y anticipar desequilibrios emocionales. Según Paz, estas herramientas permitirán en el futuro intervenir antes de que se manifiesten los síntomas, e incluso entrenar al cerebro para recuperar su funcionamiento adaptativo.
“La inteligencia artificial comenzó con la neurociencia”, afirma el investigador, y destaca que los algoritmos que hoy potencian plataformas como ChatGPT tienen raíces en modelos cerebrales. Sin embargo, advierte que el cerebro sigue siendo mucho más sofisticado que cualquier red neuronal artificial, y que aún falta comprender sus reglas profundas.
El horizonte terapéutico incluye aplicaciones capaces de modular neuronas específicas como si se tratara de un piano cerebral. Esta precisión permitiría restaurar el equilibrio entre emoción y cognición, y ofrecer soluciones personalizadas para quienes sufren ansiedad, TEPT o enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer.
Para Paz, la curiosidad es el motor de la ciencia. “Lo más importante es dejarse sorprender por la complejidad del cerebro”, dice. Su trabajo encarna una generación de científicos que combinan rigor y creatividad para enfrentar uno de los desafíos más urgentes del siglo XXI: comprender y sanar la mente humana.
Redacción Diario Inclusión