Después de más de un año de silencio, Javier Milei y Mauricio Macri retomaron contacto en un momento de alta sensibilidad política. El presidente llamó al líder del PRO desde Nueva York para agradecerle sus recientes gestos públicos de respaldo, en medio de una semana cargada de definiciones legislativas y negociaciones contrarreloj en el Congreso.
El gesto sorprendió por su timing. Apenas días antes, desde la Casa Rosada se deslizaban críticas hacia Macri, acusándolo de no aportar nada al escenario político actual. Sin embargo, el acercamiento se concretó justo cuando el Gobierno busca oxígeno parlamentario para avanzar con reformas estructurales que requieren mayorías que aún no tiene.
El ministro del Interior, Guillermo Francos, difundió una foto sonriente junto a Macri, lo que fue leído como un cambio de estrategia. El oficialismo necesita sumar apoyos para enfrentar una semana clave: en Diputados se tratarán temas como el rechazo al veto de los ATN, la interpelación de Karina Milei y la moción de censura a Francos. En el Senado, se debatirá el rechazo definitivo a los vetos sobre el Garrahan y las universidades.
El PRO, sin embargo, no es un bloque homogéneo. Las votaciones divididas en la Cámara baja reflejan tensiones internas entre quienes están dispuestos a colaborar con el Gobierno y quienes advierten sobre el costo político de ceder demasiado rápido. Esta fragmentación complica cualquier intento de alianza sólida.
El Consejo de Mayo, convocado nuevamente por el Ejecutivo, busca mostrar respaldo institucional a las reformas. La eventual participación de Macri o su partido podría sumar densidad política, aunque no garantiza resultados concretos. La gobernabilidad sigue siendo el talón de Aquiles del modelo libertario.
Más allá de las explicaciones formales, el llamado telefónico revela un cálculo político evidente. Milei necesita apoyos inmediatos para no ver naufragar su agenda, mientras Macri tantea hasta dónde puede condicionar y capitalizar la debilidad parlamentaria del Gobierno. Ninguno parece dispuesto a comprometerse en exceso, pero ambos entienden que un entendimiento, aunque precario, puede resultar funcional.
En definitiva, lo que parece un gesto de cortesía encierra una jugada estratégica. El reencuentro entre Milei y Macri no es una reconciliación, sino una exploración de conveniencias mutuas en un tablero político cada vez más fragmentado.
Redacción Diario Inclusión