El traslado de los tres hijos de Eugenia “La China” Suárez Rufina Cabré (12), Magnolia Vicuña (7) y Amancio Vicuña (5) a Estambul, debido a la carrera futbolística de Mauro Icardi, abrió una conversación pública sobre las consecuencias emocionales y sociales que pueden generar los cambios de país, escuela, cultura e idioma en la infancia.
Con una nueva dinámica familiar que se redefine semana a semana entre Buenos Aires y Turquía, la historia refleja una realidad que viven muchas familias argentinas que migran por razones laborales o personales. Para comprender cómo acompañar estos procesos, la médica pediatra Evangelina Cueto, especialista en orientación familiar, compartió su análisis sobre el impacto de las mudanzas internacionales en niños y adolescentes.
“El bienestar integral de las infancias debe ocupar siempre el primer lugar”
“Cuando uno de los adultos responsables decide cambiar su domicilio y proyectar su vida en el extranjero, las razones pueden ser diversas y legítimas: una oportunidad laboral, un nuevo proyecto o la búsqueda de mejores condiciones. Pero el eje central no puede ser únicamente el deseo adulto: el bienestar integral de las infancias debe ocupar siempre el primer lugar”, señala Cueto.
La especialista explica que migrar no es sólo un cambio de dirección postal, sino un proceso que involucra la continuidad escolar, los vínculos afectivos, la identidad cultural y la estabilidad emocional de los más chicos. “La mudanza no es neutra afirma. Abre oportunidades, pero también puede traer duelos y pérdidas. Por eso cada decisión necesita planificación sensible y acompañamiento constante.”
Desde el marco jurídico argentino, la Ley 26.061 y la Convención sobre los Derechos del Niño establecen que niñas, niños y adolescentes son sujetos de derecho, y deben ser escuchados y considerados en la toma de decisiones que afectan su vida.
“Escuchar no significa solo permitirles hablar, sino reconocer sus miedos y deseos, y convertir esas palabras en parte real del proceso. Migrar puede ser una elección válida para los adultos, pero nunca una imposición silenciosa para la infancia. El desafío es encontrar equilibrio entre los proyectos de los adultos y los derechos de los chicos”, concluye Cueto.
Una mirada desde la crianza contemporánea
Evangelina Cueto, junto a la periodista Julieta Schulkin, acaba de publicar el libro “Crianza en debate” (Editorial Galerna, con prólogo de Felipe Pigna), donde reflexionan sobre los desafíos actuales de las infancias en tiempos de pantallas, agendas saturadas y vínculos acelerados.
En la obra, ambas autoras proponen volver a lo colectivo, reconstruir redes de sostén y escuchar activamente a las infancias y adolescencias, alejándose de los modelos rígidos y los discursos de certezas absolutas.
“Una sociedad justa se construye cuando se escucha la voz de quienes más dependen de nosotros y cuando el bienestar de las infancias se convierte en el verdadero norte de cualquier decisión”, resume Cueto.
Redacción Diario Inclusión