Martín se fue físicamente en 2023, pero su huella quedó marcada con fuerza. Fue mucho más que un intérprete: fue un hombre que hizo de la copla un modo de vida, que llevó la esencia del monte, del río y de su gente a cada escenario que pisó.
Desde muy joven abrazó la música con pasión. Con apenas 14 años ya acompañaba el bombo con orgullo y, con el paso del tiempo, su talento lo llevó a integrar grupos como Renacer Santiagueño y Los Descendientes. Pero su nombre se grabó para siempre en la historia grande del folclore argentino cuando se unió a Los Manseros Santiagueños, una de las formaciones más queridas del país.
Con ellos recorrió festivales, grabó discos y conquistó públicos de todas las provincias. Más tarde, emprendió su camino solista, dejando joyas musicales como “Eterno amor”, “Semilla de chacareras” y “Zamba de tu adiós”, canciones que siguen girando en las radios y en las guitarras de los nuevos cantores.
Su partida, a los 48 años, dejó un silencio enorme en el ambiente artístico. Pero fue un silencio que pronto se llenó de homenajes, de lágrimas, de abrazos y de voces que lo recordaron cantando. Referentes como el Chaqueño Palavecino, Soledad Pastorutti y Sergio Galleguillo lo despidieron con palabras cargadas de afecto y gratitud.
Hoy, en este nuevo aniversario, sus amigos, colegas y admiradores vuelven a levantar la vista al cielo y a decirle: gracias, Martín, por haberle puesto melodía al alma de la tierra.
Porque el canto no muere.
Porque las zambas no se olvidan.
Y porque mientras haya una guitarra sonando en Santiago, Martín Paz seguirá cantando con nosotros.
Redacción: Diario Inclusión.










