La situación del estado de las calles en Tartagal volvió a encender las alarmas entre vecinos y conductores. En sectores como Intendente Villaflor y 12 de Octubre, el pavimento presenta un grave hundimiento que se profundiza día a día, convirtiendo una calle transitada en una verdadera trampa para vehículos y peatones.
Lo más preocupante es que no se trata de un hecho aislado ni reciente. Según relatan los vecinos, el daño comenzó tiempo atrás, cuando la calle aún no estaba pavimentada, y se agravó con el paso del tiempo incluso después de las intervenciones realizadas. Hoy, el asfalto muestra grietas profundas y pozos visibles, señal clara de una infraestructura colapsada por debajo de la superficie.
Filtraciones, cloacas y abandono
El origen del problema está identificado: reiteradas pérdidas de agua y líquidos cloacales que, lejos de ser reparadas de forma integral, continúan filtrándose bajo la calzada. Estas filtraciones erosionan el suelo, generan cavidades internas y provocan el hundimiento progresivo del pavimento.
Cuando llueve, la situación se vuelve aún más peligrosa. El sector se inunda, el agua cubre los pozos y el hundimiento queda oculto a simple vista, aumentando exponencialmente el riesgo de accidentes. Vecinos denuncian que esta combinación ya provocó choques, roturas de vehículos y situaciones de peligro constante, sin que hasta el momento se haya implementado una solución real y duradera.
Reclamos que se repiten y respuestas que no llegan
Los testimonios coinciden en un punto clave: los reclamos son constantes, pero las respuestas insuficientes. En reiteradas ocasiones, los vecinos se comunicaron con las empresas y organismos responsables del mantenimiento de los servicios, que en algunos casos se acercaron al lugar.
Sin embargo, lejos de resolver el problema, las intervenciones fueron precarias, superficiales y temporales, una especie de parche que solo posterga el colapso definitivo de la calle. El resultado es previsible: el problema reaparece, se agrava y vuelve a poner en riesgo a quienes transitan por la zona.
Esta modalidad de “arreglos provisorios” deja en evidencia la falta de planificación y control, así como la ausencia de una política seria de mantenimiento urbano.
Gorriti y Bolivia: el deterioro se extiende
El abandono no se limita a un solo punto de la ciudad. En la intersección de Gorriti y Bolivia, los vecinos advierten un leve hundimiento del pavimento, acompañado por una pérdida constante de agua que corre a lo largo de la calle Bolivia, deteriorando progresivamente la calzada.
Esta situación refuerza la percepción de que el problema es estructural y generalizado, no un hecho puntual. Distintos barrios enfrentan dificultades similares, mientras el deterioro avanza sin que se adopten medidas de fondo.
Una ciudad que se hunde junto con la confianza vecinal
Más allá del daño material, lo que se profundiza es el malestar social. Los vecinos aseguran sentirse desatendidos y cansados de realizar reclamos que no encuentran eco en las autoridades municipales. La falta de respuestas concretas alimenta la desconfianza y la sensación de abandono por parte del Estado local.
La pregunta que se repite es inevitable: ¿qué espera el municipio para intervenir de manera seria y definitiva? Cada día que pasa sin una solución integral, el riesgo aumenta y el costo de reparación será mayor.
El temor a una tragedia evitable
Los residentes advierten que, si no se actúa con urgencia, el problema podría derivar en consecuencias aún más graves. El colapso total del pavimento, accidentes de mayor magnitud o daños estructurales en viviendas cercanas son escenarios posibles si las filtraciones continúan sin control.
Mientras tanto, Tartagal suma calles dañadas, vecinos indignados y una infraestructura urbana que se deteriora a la vista de todos, evidenciando una gestión que, hasta ahora, parece más enfocada en parches momentáneos que en soluciones reales y sostenibles.
Redacción: Diario Inclusión.













