Difícil sacar conclusiones ante tanta situación provisional, de ensayo, de prueba y error. Entonces, apenas un boceto, una idea, una proyección dé: un camino trazado como idea primaria, pero no más que una estela sobre el mar que conviene tomar como eso.
Claro, todo sería lógico si Boca no jugara un partido oficial en una semana, si el torneo no comenzara en 15 días y si no debutara en la Copa Libertadores en poco más de un mes. Fernando Gago tenía sólo un refuerzo a disposición (Carlos Palacios), por cuestiones de preparación preservó a titulares clave como Marcos Rojo y Edinson Cavani, mientras en el VIP de Ezeiza va llegando un jugador nuevo por día. El asunto es saber por qué el DT, a tan pocos días de comenzar la competencia oficial, puso un equipo tan marginal, tan experimental desde nombres y posiciones, que hasta por momentos pareció tan improvisado que repercutió negativamente en el desempeño del equipo, con toda lógica, por otra parte.
Desde lo postural, en cambio, se vio claramente el plan. Boca será en este ciclo un equipo atrevido, muy ofensivo, audaz, con presión alta y cambio de ritmo. Eso se vio por momentos, que no fueron muchos, pero sí quedaron claramente marcados. Yendo del pizarrón al verde césped, el Boca de Gago se paró con una línea de tres, dos laterales volantes (Barinaga y Blanco) bien abiertos, con Martegani y el chico Rey en el eje, y tres delanteros. Merentiel bien de nueve, y tango Janson como Aguirre cerrados. La improvisación estuvo en los nombres. Belmonte jugó de central libre, como lo hizo Rodrigo Battaglia en el Mineiro de Milito. Blondel, que llevaba casi un año sin jugar, fue central derecho y Di Lollo, diestro cerrado, de central izquierdo, con el perfil totalmente cambiado.
Al equipo le costó la transición de ataque a defensa. No generó mucho y de hecho, el primer gol nació de una gran jugada de Martegani (quite, salida con caño y pase a Aguirre), pero después el centro fue a cualquier lado, pegó en la cabeza de Kelvi y 1-0.
Juventude, con un sencillo 4-4-2 le encontró fácil el espacio para lastimar, al punto que generó cuatro situaciones muy claras (tiro al travesaño previo manotazo de Brey), mano a mano que el arquero de Boca tapo y Enio definió mal, y un penal no cobrado después de un pase filtrado a espaldas de Di Lollo.
Para destacar, sí, la contundencia: en la segunda chance, después de otro error del visitante, facturó Merentiel (linda asistencia de Barinaga), para una diferencia que no se justificaba desde el juego.
Después del 2-0, con un equipo más lógico desde los nombres (Zenón por Aguirre, Fabra por Blanco, Palacios por Janson), Boca tuvo mejor circulación de pelota, se afirmó bien atrás y ya no sufrió. Ahí sí el equipo ganó en frescura, mientras Juventude se desdibujó, y sobre el final ofreció lo mejor, y hasta quizá mereció algún otro golcito. Para destacar, la jugada que se armó desde el taco de Fabra y el desborde Palacios que no pudo liquidar Giménez. Es de esperar que, con los nombres correctos y la idea afilada, este Boca que mostró destellos tenga tierra firme donde florecer. Pero hay mucho que sembrar todavía.