La suba de precios se explica por el avance de rubros estacionales como verduras, transporte y alquileres. Según PxQ, estos sectores concentraron el 60% de los aumentos, con alzas destacadas en autos (+4,9%), combustibles (+3,6%) y transporte público (+2,8%).
La inflación núcleo —que excluye componentes estacionales y regulados— también se aceleró, pasando del 1,5% en julio al 1,9% en agosto. Esto refleja una presión más estructural sobre los precios, difícil de revertir sin medidas de fondo.
El contexto político no ayuda. El escándalo por supuestos audios del titular de ANDIS, Diego Spagnuolo, que involucran a Karina Milei y “Lule” Menem, sumó ruido a una escena ya convulsionada por la incertidumbre electoral. La confianza en el Gobierno y en los consumidores tocó mínimos históricos.
En paralelo, el Ministerio de Economía y el Banco Central intentaron contener la emisión monetaria. Se lanzaron licitaciones extraordinarias con tasas de hasta el 86%, y se elevaron los encajes bancarios al 53,5%. Pero estas medidas también enfrían el crédito y la actividad económica.
Algunas consultoras como C&T y Analytica registraron cifras más optimistas, con variaciones del 1,6% y 1,8% respectivamente. Sin embargo, sus mediciones se limitan al Gran Buenos Aires, y no captan el impacto completo en otras regiones del país.
La apertura de importaciones y la reducción de márgenes empresariales ayudaron a moderar algunos precios, pero los salarios estancados y el bajo consumo siguen siendo un freno para la recuperación. La economía se desacelera mientras la inflación persiste.
Con las elecciones bonaerenses a la vuelta de la esquina, el Gobierno enfrenta un dilema: sostener la estabilidad nominal sin dinamitar el crecimiento. Agosto dejó una señal clara: el termómetro inflacionario sigue marcando fiebre.
Redacción Diario Inclusión