En una decisión que generó repercusiones inmediatas en los mercados y en la política local, el banco estadounidense JP Morgan anunció un cambio en la metodología de cálculo del índice EMBI, utilizado para medir el riesgo país. Esta modificación implica una reducción significativa en el indicador que afecta directamente la percepción internacional sobre la deuda argentina.
El nuevo enfoque excluye del cálculo ciertos bonos emitidos bajo legislación extranjera que, según el banco, ya no reflejan adecuadamente el perfil crediticio actual del país. Esta decisión técnica, aunque presentada como una actualización metodológica, fue interpretada por analistas como un gesto que favorece al gobierno de Javier Milei, al reducir el riesgo país en más de 200 puntos básicos.
La baja del índice se traduce en una mejora inmediata en las condiciones de financiamiento externo, al disminuir el sobrecosto que enfrentan los títulos argentinos en los mercados internacionales. En términos políticos, representa un alivio para la administración libertaria, que busca mostrar señales de estabilización económica tras meses de ajuste fiscal y reformas estructurales.
Desde el Ministerio de Economía celebraron la noticia como una “validación del rumbo económico”, mientras que sectores opositores cuestionaron la legitimidad del cambio, señalando que se trata de una maniobra que distorsiona la realidad financiera del país. “No es que bajó el riesgo, cambiaron la regla del juego”, advirtieron desde el Frente Renovador.
JP Morgan justificó el ajuste en base a criterios técnicos, argumentando que los bonos excluidos tienen baja liquidez y no representan el comportamiento actual del mercado argentino. Sin embargo, la decisión se da en un contexto de creciente alineamiento entre el gobierno argentino y actores financieros internacionales, lo que alimenta suspicacias sobre la neutralidad del índice.
El impacto inmediato se reflejó en una mejora de los activos argentinos, con subas en los bonos soberanos y una leve recuperación del peso frente al dólar. No obstante, economistas advierten que la baja del riesgo país no necesariamente implica una mejora estructural, y que los desafíos fiscales y sociales persisten.
La modificación del EMBI por parte de JP Morgan reabre el debate sobre la transparencia de los indicadores financieros globales y su influencia en la política doméstica. En un país donde los números suelen tener más carga ideológica que técnica, el nuevo cálculo del riesgo país se convierte en un capítulo más de la disputa por el relato económico.
Redacción Diario Inclusión