En una reunión clave con técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI), representantes del sector exportador argentino advirtieron que la liquidación de divisas se desplomará en los próximos meses. Luego del anticipo extraordinario de USD 6.000 millones por la eliminación temporal de retenciones, se espera que los ingresos diarios no superen los USD 50 millones hasta diciembre.
La advertencia llega en un momento crítico para el Gobierno, que enfrenta una creciente presión cambiaria y una escasez de reservas. La agroindustria, principal fuente de dólares del país, anticipa una “sequía de divisas” que podría comprometer la estabilidad del mercado y las metas pactadas con el FMI.
El equipo económico, encabezado por Luis Caputo, permanece en Washington negociando un salvataje financiero con el Tesoro de Estados Unidos. Sin embargo, la falta de garantías sobre el flujo de dólares futuros complica la viabilidad del acuerdo, que depende en parte de la capacidad de Argentina para sostener sus reservas.
La reunión con el FMI también dejó en evidencia la fragilidad del esquema actual. Las cerealeras ya adelantaron gran parte de su liquidación anual, y el remanente disponible es insuficiente para cubrir las necesidades del Tesoro. Esto obliga al Gobierno a buscar alternativas urgentes para evitar una nueva corrida cambiaria.
En paralelo, los dólares paralelos volvieron a subir, los bonos cayeron y el Tesoro tuvo que intervenir para contener el tipo de cambio oficial, a pesar de que le quedan menos de USD 1.000 millones en municiones. La situación genera inquietud en los mercados y pone en duda la sostenibilidad del modelo económico vigente.
El FMI, por su parte, evalúa una recalibración del programa vigente, cuyas metas de reservas y política cambiaria ya no reflejan la realidad. La posibilidad de canalizar apoyo a través de Derechos Especiales de Giro está en análisis, pero requiere un nuevo acuerdo político y técnico.
Con el horizonte electoral cada vez más cerca y el flujo de divisas en caída libre, el Gobierno enfrenta una encrucijada: redefinir su estrategia externa o asumir el costo de una nueva crisis cambiaria.
Redacción Diario Inclusión