En octubre, la Canasta Básica Total (CBT) y la Canasta Básica Alimentaria (CBA) aumentaron 3,1%, ubicándose por encima de la inflación mensual del 2,3%. Este incremento representa uno de los más significativos del año, solo superado por marzo, cuando la CBT subió 4% y la CBA 5,9%.
Con estos valores, una familia tipo necesitó $1.213.800 para no ser considerada pobre, mientras que el umbral de indigencia se ubicó en $544.304. En términos individuales, un adulto requirió $392.815 para cubrir sus necesidades básicas totales y $176.150 para alimentarse adecuadamente.
La inflación de octubre se aceleró levemente respecto a septiembre, pasando de 2,1% a 2,3%, y acumuló 24,8% en los primeros diez meses de 2025. La variación interanual alcanzó 31,3%, el valor más bajo desde julio de 2018.
Entre los rubros que más impactaron en el índice de precios, se destacaron Transporte (+3,5%) y Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (+2,8%). Estos sectores también influyen directamente en la composición de la CBT, que incluye gastos no alimentarios como alquileres, servicios públicos y movilidad.
El aumento de la canasta básica refleja una presión sostenida sobre los hogares, especialmente aquellos con ingresos fijos o informales. El hecho de que el costo de la CBT supere a la inflación general indica que los bienes y servicios esenciales están encareciéndose más rápido que el promedio.
Este fenómeno pone en evidencia la dificultad de muchas familias para mantenerse por encima de la línea de pobreza, incluso cuando la inflación parece moderarse. La persistencia de aumentos en alimentos, transporte y vivienda tensiona los presupuestos familiares y profundiza la desigualdad.
De cara a noviembre, se espera que los precios regulados y estacionales continúen impulsando la inflación, aunque con menor intensidad. Sin embargo, la canasta básica seguirá siendo un termómetro clave para medir el impacto real del costo de vida en los sectores más vulnerables.
✍️ Redacción Diario Inclusión










