Mientras el discurso oficial insiste en la moralidad del ajuste y la reducción del gasto, el Gobierno de Javier Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, continúa firmando préstamos internacionales que comprometen a las generaciones futuras. El último acuerdo, por USD 100 millones con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), se suma a una larga lista de financiamientos que contradicen la narrativa libertaria.
El préstamo fue aprobado mediante el Decreto 687/2025 y está destinado a reforzar la Prestación Alimentar, una política de asistencia directa que, si bien necesaria, revela el carácter contradictorio del modelo: se recorta por un lado, pero se sostiene artificialmente por otro con deuda externa. El Ministerio de Capital Humano será el encargado de ejecutar el programa, bajo la tutela de dos secretarías.
La estructura del préstamo incluye componentes clásicos: apoyo directo, auditoría, imprevistos y comisión del BCIE. Pero lo que más preocupa es el patrón que se repite: cada necesidad social, cada desequilibrio cambiario, cada urgencia fiscal se resuelve con más deuda. El relato de Milei sobre la “inmoralidad de endeudar al país” parece haber quedado sepultado bajo la lógica del financiamiento perpetuo.
Desde el Banco Central se minimiza el impacto sobre la balanza de pagos, mientras que la Oficina Nacional de Crédito Público avala el costo financiero. Sin embargo, el problema no es técnico, sino político: ¿cuál es el límite de esta estrategia? ¿Cuántos préstamos más se firmarán antes de reconocer que el ajuste se sostiene con dólares prestados?
El uso de estos fondos no es neutro. Buena parte se destina a sostener el tipo de cambio oficial, evitando una devaluación abrupta que pondría en jaque la gobernabilidad. En otras palabras, se usa deuda para maquillar el mercado cambiario, mientras se predica la libre flotación y el fin de los controles.
La contradicción es estructural. Milei llegó al poder denunciando el endeudamiento como una forma de esclavitud intergeneracional. Hoy, junto a Caputo —ex artífice del megacanje macrista— encabeza una política de endeudamiento serial que recuerda los peores momentos del modelo neoliberal. El ajuste, lejos de ser autosuficiente, se financia con deuda.
En este contexto, el préstamo del BCIE no es un hecho aislado, sino parte de una estrategia que combina ortodoxia fiscal con dependencia externa. La pregunta que queda flotando es si el Gobierno está dispuesto a asumir el costo político de su propia contradicción.
Redacción Diario Inclusión