El estudio, basado en microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH-INDEC), muestra que casi la mitad de los hogares argentinos desplegó alguna estrategia para cubrir gastos básicos. Sin embargo, el impacto fue mayor en la clase media, donde el 53% debió recurrir a mecanismos financieros, frente al 48% del promedio nacional.
Entre las estrategias más utilizadas, el 40% de los hogares medios gastó sus ahorros, superando al promedio general del 35%. Además, un 9% optó por vender pertenencias para obtener liquidez. Estas medidas reflejan el deterioro del poder adquisitivo de un sector históricamente considerado motor del consumo interno.
El endeudamiento alcanzó niveles récord: uno de cada cuatro hogares se endeudó para llegar a fin de mes, y el 18% de los hogares medios lo hizo con entidades financieras, superando al 12% de los sectores bajos. La morosidad de los créditos personales llegó al 9,1%, el pico más alto desde que se tiene registro.
El informe señala que la presión sobre la clase media se explica en gran parte por el cambio de precios relativos tras la quita de subsidios. En noviembre de 2023, los servicios públicos representaban el 4% de un salario mediano; en 2025, ese peso trepó al 11%, triplicando su incidencia en el presupuesto familiar.
La situación expone una paradoja: mientras los sectores bajos reciben asistencia social y los altos cuentan con mayor capacidad de absorción, la clase media queda atrapada en el ajuste, obligada a endeudarse o descapitalizarse para sostener su nivel de vida.
El desafío para la política económica será evitar que este sector continúe erosionándose, ya que su debilitamiento compromete tanto la estabilidad social como la recuperación del consumo interno. La clase media, históricamente considerada columna vertebral del país, hoy se encuentra en alerta roja.
✍️ Redacción Diario Inclusión










