Según estimaciones privadas basadas en datos del Banco Central, el crédito a empresas cayó un 2,3% en términos reales durante agosto. El desplome más pronunciado se dio en los adelantos en cuenta corriente, que retrocedieron un 10,3%, afectando directamente la liquidez operativa de las compañías.
La consultora PxQ, dirigida por Emmanuel Álvarez Agis, atribuyó la caída al “apretón monetario” generado por la salida de las LEFIs y el salto de la tasa nominal anual del 36% al 85%. Desde mediados de julio, los préstamos corporativos acumulan una contracción del 6,6% en términos reales, lo que evidencia un freno sostenido en el acceso al financiamiento.
Guillermo Barbero, de First Capital Group, confirmó que hace más de un año no se observaba una baja nominal en ninguna línea de préstamos. En agosto, los créditos comerciales cayeron un 1,3% en términos nominales y un 3,2% en términos reales, lo que refleja el impacto directo del costo financiero sobre las decisiones empresariales.
La consultora LCG advirtió que, además de las tasas, influyó la recomposición de liquidez tras el pago de aguinaldos. Sin embargo, el factor dominante sigue siendo el encarecimiento del crédito, que lleva a muchas firmas a cancelar líneas de financiamiento y operar con recursos propios, aunque eso implique resignar crecimiento.
El BCRA justificó la política de tasas altas como una medida transitoria para estabilizar el mercado cambiario. No obstante, los analistas coinciden en que el verdadero impacto sobre la economía se verá en los próximos meses, con mayor morosidad, menor inversión y una actividad cada vez más enfriada.
En este contexto, las empresas enfrentan un dilema: sostener operaciones sin crédito o asumir costos financieros incompatibles con la rentabilidad. La ralentización del crédito, lejos de ser un fenómeno aislado, podría consolidarse como tendencia si no se revisa el esquema monetario tras las elecciones.
La incertidumbre electoral agrega una capa de complejidad al panorama. Bancos y compañías administran la liquidez con cautela, a la espera de definiciones que permitan proyectar un escenario más estable. Mientras tanto, el crédito se convierte en un lujo que muchas empresas ya no pueden permitirse.
Redacción Diario Inclusión