El financiamiento pyme atraviesa una crisis estructural que se agudiza con la escalada de tasas de interés. En las últimas semanas, los adelantos en cuenta corriente llegaron a rozar el 93%, mientras que los cheques de pago diferido avalados superan el 47%. En este contexto, las empresas enfrentan una presión creciente sobre su capacidad de pago, con escasas alternativas para sostener la actividad.
Las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR), que históricamente funcionaron como puente entre las pymes y el crédito bancario, comenzaron a retraerse. Según Pablo Sanucci, CEO de Finvoi, los avales para préstamos a mediano plazo se desplomaron, mientras que las operaciones de corto plazo en el mercado de capitales ganan terreno por ofrecer tasas más competitivas.
La especialista Agostina Monti Salías advirtió que una de cada tres pymes depende de las SGR para financiarse, pero que incluso antes del pico de volatilidad ya enfrentaban tasas prohibitivas del 40%. En un escenario recesivo, la falta de crédito adecuado para capital de trabajo pone en riesgo la continuidad de miles de unidades productivas.
El impacto sobre la cadena de pagos es cada vez más visible. Moody’s alertó que la eliminación de instrumentos como las LEFIs y la menor liquidez en el mercado local elevan el costo de financiamiento, afectando directamente el flujo de caja de las MiPyMEs. La calificadora proyecta un aumento moderado en el volumen de garantías emitidas, pero con criterios más conservadores ante el alza de la morosidad.
Casos concretos ilustran la gravedad del problema. Una pyme de electrodomésticos con menos de diez empleados recibió un cheque de $1.000.000 a 30 días, pero al descontarlo en una financiera solo obtuvo $800.000, debido a una tasa de descuento del 125% más impuestos. Esta dinámica erosiona la rentabilidad y pone en jaque el pago de salarios.
Desde el equipo económico reconocen que la volatilidad de tasas afecta el crédito y, por ende, la actividad. El propio ministro Luis Caputo admitió que el rendimiento de las cauciones a un día superó el 80%, reflejando el nivel de tensión financiera que atraviesa el sistema.
En este escenario, las pymes quedan atrapadas entre la necesidad urgente de liquidez y un sistema financiero que les ofrece condiciones cada vez más hostiles. La falta de herramientas accesibles y sostenibles para el financiamiento productivo amenaza con profundizar la recesión y debilitar el entramado industrial argentino.
La urgencia de una política pública que reactive el crédito pyme con tasas razonables y garantías efectivas se vuelve impostergable. Sin ese oxígeno, el motor productivo nacional corre el riesgo de apagarse.
Redacción Diario Inclusión










