La proyección de inflación del 10,1% para 2026 incluida en el Presupuesto Nacional ha encendido las alarmas entre analistas económicos, quienes consideran que el objetivo es poco realista. Para cumplirlo, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) debería caer abruptamente al 1% mensual desde septiembre de este año, y mantenerse por debajo del 0,8% durante todo el próximo año.
El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) calificó la estimación como parte de un “proceso de desinflación agresivo”, difícil de sostener en un contexto de alta inercia inflacionaria, fuerte indexación de contratos y sensibilidad al tipo de cambio. Según sus cálculos, la inflación esperada para diciembre de 2025 rondaría el 24,5%, lo que implicaría un ajuste mensual del 1% en los últimos cuatro meses del año.
La comparación histórica tampoco favorece al optimismo oficial. En 2013, el entonces ministro Hernán Lorenzino proyectó una inflación del 10,8%, pero el INDEC registró un 23,9% y las mediciones privadas alcanzaron el 38,5%. Hoy, los economistas advierten que los supuestos macroeconómicos del Presupuesto 2026 parecen haber sido elaborados en un momento de mayor optimismo político, previo a las elecciones de octubre.
El Centro de Estudios Políticos y Económicos (CEPEC) también cuestionó la plausibilidad de las cifras oficiales. “Con una inflación superior al 10%, los recursos tributarios no crecerán al ritmo esperado, mientras que el gasto indexado —jubilaciones, salarios y programas sociales— se ajustará al alza”, señaló la entidad. Esto podría generar un déficit fiscal si no se aplican recortes adicionales.
En cuanto al dólar, el Gobierno estima que cerrará 2025 en $1.325, para luego subir apenas un 7,4% en 2026 y ubicarse en $1.423. Esta evolución implicaría una apreciación del peso del 2,5%, ya que el tipo de cambio se movería por debajo de la inflación proyectada.
Leonardo Anzalone, director del CEPEC, advirtió que una inflación del 20% en lugar del 10% no garantiza un incremento real de la recaudación tributaria. “El efecto sobre el IVA y Ganancias por mayor precio se contrarresta con menos consumo y menores utilidades reales de las empresas”, explicó.
La brecha entre la inflación oficial y la esperada por el mercado podría tener un fuerte impacto en el gasto previsional. Si el Gobierno estima un aumento del 10% en jubilaciones pero la inflación real se acerca al 20%, el desfasaje podría comprometer el equilibrio fiscal y obligar a redefinir partidas clave del presupuesto.
Redacción Diario Inclusión