Desde mediados de junio, el dólar comenzó una escalada que se intensificó en julio, con subas del 3% y 9% respectivamente. Ingaramo atribuye este fenómeno a un déficit externo de casi USD 5.000 millones en el primer trimestre, sumado a un desequilibrio comercial: las importaciones crecieron un 34%, mientras que las exportaciones apenas un 2,6%.
El especialista criticó la pasividad del Gobierno tras la visita del Fondo Monetario Internacional, que se retiró sin declaraciones ni acuerdos. Además, señaló que la decisión del J.P. Morgan de “tomarse un respiro de Argentina” contribuyó a la volatilidad del mercado.
Uno de los puntos más preocupantes es la falta de intervención del Banco Central. Ingaramo sugirió que debería vender dólares futuros para contener la suba, aclarando que esta herramienta no implica una pérdida directa de reservas. Sin embargo, la gestión oficial optó por retirar las letras de liquidez justo antes del pago de aguinaldos, lo que agravó la presión sobre el tipo de cambio.
El economista también proyectó un déficit de cuenta corriente externa de USD 13.000 millones para todo el año, lo que pone en duda la capacidad del Gobierno para sostener la estabilidad cambiaria. “El cocodrilo se durmió en julio”, ironizó, en referencia a la falta de medidas concretas.
En su análisis, Ingaramo remarcó que “sobran los pesos, lo que falta son dólares”, y cuestionó la estrategia oficial de minimizar el problema. En una economía bimonetaria, advirtió, “hay que dormir con un solo ojo”, en alusión a la necesidad de vigilancia constante.
Finalmente, el economista hizo hincapié en el deterioro de los jubilados y la falta de sensibilidad fiscal del Gobierno. “Gobernar se trata de eso”, concluyó, reclamando decisiones que prioricen el bienestar social frente a la especulación financiera.
Redacción Diario Inclusión