La reciente suba de tasas de interés en Argentina comienza a mostrar sus efectos más allá del sistema financiero. Según datos del Banco Central, el crédito al sector privado se desaceleró en julio, con una caída del 3,2% en el financiamiento con tarjeta de crédito, en valores nominales. El fenómeno refleja un enfriamiento del consumo y una creciente presión sobre las familias.
El desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (Lefi) dejó un nuevo piso de tasas más elevado, que encarece el acceso al crédito tanto para empresas como para individuos. Consultoras como Empiria advierten que esta volatilidad no se limita al mundo financiero, sino que ya repercute en la economía real, que mostraba signos de enfriamiento.
El crédito personal también se desaceleró, con avances nominales por debajo de la inflación proyectada. Las líneas de descuento de documentos, prendarios y adelantos en cuenta corriente mostraron una evolución débil, mientras que las tasas de interés para adelantos empresariales llegaron al 90%, dificultando el financiamiento productivo.
La morosidad también se incrementó. En el último año, el porcentaje de préstamos irregulares en tarjetas de crédito pasó del 1,9% al 3,8%, mientras que los créditos personales subieron del 4,1% al 5,6%. El uso del aguinaldo para cancelar resúmenes sugiere que los hogares priorizan el desendeudamiento ante el encarecimiento del financiamiento.
El informe de Empiria señala que los bancos, al obtener mayores retornos con activos de menor riesgo y plazo, trasladan ese costo a las empresas, que enfrentan un fondeo más caro. Esto podría frenar decisiones de inversión y afectar la actividad económica en el corto plazo.
En paralelo, la licitación del Tesoro se convierte en un termómetro de la política monetaria. Los bancos exigen tasas más altas, y el Gobierno deberá decidir cuánto convalidar para evitar una expansión excesiva de liquidez. La tasa actual, según Invecq, aún no refleja el escenario macroeconómico y debería ajustarse.
La suba de tasas también pone en duda el modelo de “tasa endógena” impulsado por el Banco Central. En un mercado de capitales poco profundo, la pretensión de que el rendimiento del dinero sea definido exclusivamente por el mercado enfrenta límites estructurales.
Redacción Diario Inclusión