La crisis económica comienza a reflejarse con crudeza en las góndolas del norte argentino. En Salta, Tucumán, Chaco y Formosa, las ventas de frutas, verduras y lácteos registran caídas de hasta un 40% respecto al mismo período del año anterior. La pérdida del poder adquisitivo de los salarios y el cambio en los hábitos de consumo configuran un escenario alarmante para productores y comerciantes.
En Salta, el presidente del mercado Cofruthos, Juan Russo, confirmó que las ventas descendieron entre un 30% y 40% en los últimos meses. “La gente está priorizando lo básico: fideos, arroz, aceite y harina”, explicó. Además, señaló que aumentaron las solicitudes de colaboración por parte de comedores y merenderos, lo que evidencia el deterioro social en zonas vulnerables.
Tucumán muestra un panorama aún más crítico. Juan Carlos Medina, ex presidente de Mercofrut, aseguró que la caída ronda el 50%. “No falta producción ni variedad, faltan compradores”, remarcó. El mercado abastece también a Catamarca, Santiago del Estero y Salta, por lo que el impacto se extiende a toda la región.
En Chaco, un informe de la consultora Politikon reveló que las ventas en supermercados cayeron un 18% en lo que va del año. Los rubros más afectados son almacén, limpieza, lácteos y verdulería. Aunque hubo una leve suba en carnes y alimentos preparados, los productos esenciales siguen en retroceso.
Desde Formosa, el empresario Ricardo Cáceres —dueño de la cadena de supermercados California— advirtió que los consumidores compran solo lo estrictamente necesario. “La gente viene tres o cuatro veces por semana, pero lleva lo justo”, explicó. El 60% de las compras se realizan con tarjeta de crédito, lo que refleja una creciente dependencia del financiamiento.
A pesar de las promociones y sorteos, los comerciantes no logran revertir la tendencia. Las ventas se concentran en los días posteriores al cobro de salarios, mientras que el resto del mes muestra una caída pronunciada. El consumo de productos frescos como yogur, queso y frutas se desplomó hasta un 14% en algunos casos.
La situación en el norte argentino expone una fractura profunda entre la oferta y la demanda. Mientras los mercados mantienen su capacidad de abastecimiento, la población ajusta sus hábitos ante la pérdida de poder adquisitivo. La crisis no solo se mide en números: se siente en cada changuito que vuelve medio vacío a casa.
Redacción Diario Inclusión










