La industria textil nacional se encuentra en estado crítico: desde la asunción de Javier Milei como presidente, se han perdido más de 20.000 puestos de trabajo, según datos de la fundación Pro Tejer. De ese total, 12.000 corresponden a empleos formales y 8.000 al sector informal, en un contexto de creciente importación de prendas y caída abrupta del consumo interno.
La apertura comercial sin controles ha generado una sobreoferta de productos extranjeros, especialmente provenientes de plataformas como Shein y Temu, además de fardos de ropa que ingresan por la Triple Frontera y el noroeste argentino. Esta situación provocó el cierre de 300 empresas textiles en lo que va del año, y el sector advierte que la tendencia se profundiza.
Marco Meloni, vicepresidente de Pro Tejer, trazó una radiografía alarmante: primero se eliminaron las horas extras, luego vinieron las suspensiones, vacaciones adelantadas y fórmulas de trabajo reducidas. Hoy, los despidos y cierres son moneda corriente. “La cantidad de despidos en el sector industrial es descomunal”, afirmó.
La caída del poder adquisitivo también golpea al consumo: la venta de ropa de trabajo cayó un 60%, y las marcas abandonan los shoppings para buscar mercados populares como La Salada o Avellaneda. El 95% de las prendas vendidas en centros comerciales son importadas, mientras que los costos de producción local se tornan inviables frente a la competencia informal.
Empresas emblemáticas como Textilcom, Vicuña, Grupo Cladd y TN Platex han despedido a cientos de trabajadores. La lista crece semana a semana, y los empresarios pymes advierten que “la situación es de terapia intensiva”. Reclaman medidas urgentes como moratorias fiscales, tasas competitivas y una administración inteligente del comercio exterior.
La falta de controles aduaneros y la eliminación de la declaración jurada de composición permiten el ingreso de prendas a precios irrisorios, sin estándares ambientales ni laborales. “Yo uso una planta de tratamiento de efluentes que cuesta $30 millones al mes, y lo que viene de afuera no tiene control”, denunció Meloni.
Ante la falta de respuestas oficiales, el sector prepara el relanzamiento del movimiento “Ni una pyme menos”, para visibilizar la crisis y exigir políticas que protejan la producción nacional. “Nuestros trabajadores tienen que entender que no damos más. La estamos pasando muy mal”, concluyó el referente de Pro Tejer.
Redacción Diario Inclusión










