En un octubre marcado por la tensión electoral y la volatilidad cambiaria, el Tesoro Nacional, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) y el Tesoro de Estados Unidos desembolsaron cerca de USD 5.000 millones en un esfuerzo conjunto por contener el dólar y evitar una disparada inflacionaria. La cifra representa una de las intervenciones más agresivas en los últimos años, con implicancias políticas y económicas de alto impacto.
Según estimaciones del mercado, USD 2.000 millones provinieron del Tesoro argentino, que utilizó parte de los fondos del swap con China y del préstamo del Tesoro norteamericano. Por su parte, el BCRA habría vendido otros USD 2.000 millones en el mercado oficial y financiero, mientras que EE.UU. aportó USD 1.000 millones como parte del acuerdo de estabilización firmado semanas atrás.
La estrategia buscó evitar una corrida cambiaria en plena campaña, donde el dólar blue llegó a rozar los $1.500 y la brecha con el oficial superó el 200%. La intervención permitió frenar la escalada, aunque a costa de una fuerte pérdida de reservas y mayor dependencia de financiamiento externo.
El acuerdo con el Tesoro de EE.UU., que incluye un swap por USD 20.000 millones, fue clave para sostener la maniobra. Sin embargo, los analistas advierten que la libre disponibilidad de los fondos tiene límites y que el próximo gobierno deberá renegociar condiciones para evitar un ajuste abrupto en diciembre.
Mientras tanto, el BCRA continúa interviniendo en el mercado de futuros y en la plaza financiera, con el objetivo de mantener la calma hasta el balotaje. La presión sobre las reservas es creciente, y el margen de maniobra se reduce día a día. En este contexto, la coordinación con Washington se volvió estratégica, aunque también genera interrogantes sobre la autonomía financiera del país.
La pregunta que queda abierta es si esta intervención masiva fue un alivio temporal o el preludio de una nueva crisis. Lo cierto es que el costo político y económico de sostener el dólar en medio de la incertidumbre electoral será uno de los grandes desafíos para el próximo presidente.
Redacción Diario Inclusión










