La situación de la economía real en la Argentina atraviesa uno de sus momentos más delicados en años. El nivel de despidos, cierres de fábricas y contracción del consumo encendió señales de alarma entre empresarios de distintos sectores productivos, que advierten que el impacto del actual modelo económico ya se siente con fuerza en el empleo y la actividad industrial.
Noviembre fue calificado como “uno de los peores de muchísimos años” y diciembre, un mes históricamente clave para el consumo, avanza con extrema lentitud. La consecuencia directa es una fuerte retracción de las ventas, incluso en términos nominales, algo que no se veía desde hace décadas.
La economía real, en crisis
Desde el sector empresario advierten que existe una desconexión entre los indicadores macroeconómicos y lo que sucede en la calle. “Los números no reflejan lo que realmente está pasando”, señalan, y remarcan que la economía real —la del consumo cotidiano, el empleo y las pymes— atraviesa una contracción profunda.
Actualmente, 11 de los 14 sectores industriales registran caídas de actividad. No se trata solo de la indumentaria: metalurgia, autopartes, juguetes y otras ramas productivas también están en retroceso. La principal causa, coinciden, es la pérdida del poder adquisitivo y el aumento de los gastos fijos de las familias, que deja cada vez menos ingreso disponible para consumir bienes.
Pymes al borde del colapso
La situación es especialmente crítica para las pequeñas y medianas empresas, que concentran entre el 60% y el 70% del empleo en la Argentina. Muchas de ellas forman parte de cadenas productivas más grandes y hoy están siendo arrastradas por la caída generalizada de la demanda.
El nivel de morosidad en tarjetas de crédito ronda el 14%, un dato que refleja el deterioro de la capacidad de pago de los hogares. Incluso sectores medios y trabajadores con ingresos estables están ajustando consumos básicos, como la compra de regalos o bienes no esenciales, una señal clara del freno económico.
Apertura importadora y competencia desigual
Otro de los puntos más cuestionados es la apertura comercial sin medidas de compensación para la industria nacional. Empresarios advierten que bajar aranceles sin reducir la carga impositiva y financiera local genera una competencia desigual, especialmente frente a productos provenientes de China, donde el Estado subsidia fuertemente la producción.
“El problema no es competir, sino competir con reglas justas”, sostienen desde el sector, y alertan que muchas empresas están dejando de producir en el país para convertirse en simples importadoras, lo que implica pérdida de empleo y desindustrialización.
El empleo, la industria y el futuro
Las advertencias no provienen solo de pymes: también referentes del empresariado industrial señalaron que sin una política clara de defensa del empleo y de la producción nacional, el desempleo seguirá creciendo. La preocupación se extiende a sectores intensivos en mano de obra, como la industria textil, donde trabajan más de 150.000 mujeres.
Además, se cuestiona la falta de inversión en educación, ciencia y tecnología, consideradas claves para el desarrollo a largo plazo. “Un país sin industria y sin educación no tiene futuro”, advierten, y llaman al Gobierno a revisar el rumbo antes de que el deterioro social sea irreversible.
Redacción: Diario Inclusión.










