El financiamiento con tarjeta de crédito alcanzó en octubre los $21,9 billones, con un incremento nominal del 1,3% mensual y 63,4% interanual, según datos del Banco Central y el informe de First Capital Group. Aunque en términos reales hubo una caída mensual del 1,2%, el crecimiento anual fue del 24,2%, lo que refleja una fuerte dependencia del crédito para sostener el consumo.
El Informe de Pagos Minoristas del BCRA reveló que las tarjetas de crédito superaron en uso a las de débito: 180,4 millones de operaciones por $9,4 billones frente a 178 millones con débito por $4,7 billones. En apenas tres años, el crédito pasó de representar el 13,3% al 46,2% del total de transacciones.
Además, el Informe de Inclusión Financiera indica que 14,6 millones de personas tienen deudas vigentes con tarjetas, lo que equivale al 39,6% de la población adulta. Este dato marca un aumento del 4% en la primera mitad de 2025, evidenciando una creciente presión sobre los bolsillos familiares.
Aunque el Gobierno inició una baja paulatina de tasas tras las elecciones, el costo de financiarse sigue siendo elevado. Las compras en un pago no generan intereses, pero sí pueden incluir cargos administrativos e impuestos. En cambio, las cuotas y el pago mínimo implican costos que se agravan si el usuario no logra cubrir siquiera el monto mínimo, activando intereses punitorios.
El Costo Financiero Total (CFT) —que incluye TNA, IVA y otros cargos— puede superar el 127% anual. En Banco Macro, por ejemplo, la TNA para compras financiadas es de 105,30%, mientras que el CFT con IVA asciende a 127,41%. Si se incurre en mora, los intereses punitorios elevan el CFT hasta el 63,70%.
Este panorama revela una paradoja: el crédito se vuelve indispensable para millones, pero su uso intensivo y costoso puede llevar a un ciclo de deuda difícil de revertir. La educación financiera y la regulación del sistema se vuelven claves para evitar que el acceso al crédito se transforme en una trampa económica.
✍️ Redacción Diario Inclusión










