Corea del Sur, una de las potencias económicas y tecnológicas del mundo, inició un nuevo intento por reducir la concentración de poder en manos de los chaebols, los gigantes conglomerados familiares que han sido durante décadas el motor del “milagro económico” del país. Empresas como Samsung, Hyundai o LG representan casi el 77% del PIB y emplean a más del 10% de la fuerza laboral, pero su enorme influencia se convirtió en un obstáculo para la competencia, la transparencia y la confianza de los inversores extranjeros.
El gobierno anunció reformas orientadas a modernizar el mercado bursátil y fortalecer el gobierno corporativo. Entre las medidas se destacan la creación del Corea Value Up Index, que premiará a las compañías más amigables con los accionistas, la eliminación de trabas para inversores extranjeros y beneficios fiscales para las empresas que aumenten sus dividendos. Además, se aprobó una nueva ley que otorga mayor representación a los accionistas minoritarios en las juntas directivas, un golpe directo al control familiar.
La desconfianza hacia los chaebols ha provocado que las acciones de firmas surcoreanas coticen con un “descuento” respecto a sus pares internacionales. Por ejemplo, Apple tiene una capitalización de mercado nueve veces superior a la de Samsung, a pesar de que sus ingresos son solo 1,8 veces mayores. Esta brecha refleja lo que analistas llaman el “descuento coreano”, consecuencia de la baja transparencia y las estructuras de control cruzado que favorecen a las familias propietarias.
No es la primera vez que Corea del Sur intenta limitar el poder de sus conglomerados. Tras la crisis financiera asiática de 1997, el país implementó reformas exigidas por el FMI, y en gobiernos posteriores se promovieron más derechos para accionistas y juntas independientes. Sin embargo, los chaebols han sabido adaptarse y mantener su influencia, incluso con episodios polémicos como los indultos presidenciales a empresarios condenados por corrupción.
El desafío actual es lograr un equilibrio: promover competencia y transparencia sin poner en riesgo a las empresas que fueron clave en el crecimiento del país. Aunque los chaebols impulsaron el desarrollo y colocaron a Corea entre las 12 economías más grandes del mundo, su poder desmedido también se convirtió en una amenaza para un mercado más dinámico y atractivo a nivel global.
Redacción: Diario Inclusión.