Filipinas se ha convertido en uno de los casos más singulares y menos valorados de la economía mundial. Con más de 115 millones de habitantes y un crecimiento sostenido en las últimas dos décadas, el país del sudeste asiático avanza por un camino distinto al de otras potencias regionales como China, Vietnam o Tailandia. Su experiencia plantea una pregunta clave: ¿lo que ocurre hoy en Filipinas es una antesala de lo que enfrentará gran parte del mundo en los próximos diez años?
Un crecimiento distinto en una economía desigual
A pesar de contar con abundantes recursos naturales, Filipinas no apostó exclusivamente a su explotación. Por el contrario, desarrolló una economía apoyada en su capital humano, su cultura occidentalizada y su ubicación estratégica. El resultado es una economía que hoy se posiciona como una alternativa confiable para empresas que buscan reducir su dependencia de China.
Sin embargo, este crecimiento convive con una profunda desigualdad. El producto interno bruto per cápita ronda los 4.100 dólares anuales, muy por debajo del promedio mundial. Mientras Manila concentra riqueza, infraestructura y oportunidades, amplias regiones del archipiélago permanecen sumidas en la pobreza estructural.
La histórica dependencia de Estados Unidos
La relación entre Filipinas y Estados Unidos es uno de los factores centrales de su desarrollo. Tras el dominio español, el país quedó bajo control estadounidense a fines del siglo XIX, lo que marcó su sistema educativo, su idioma oficial y su modelo institucional. Aunque Filipinas alcanzó la independencia formal en 1946, los lazos políticos, económicos y militares con Washington siguen siendo determinantes.
Hoy, esta dependencia funciona como una espada de doble filo. Por un lado, Estados Unidos aporta inversiones, respaldo militar y estabilidad geopolítica. Por otro, expone al país a tensiones externas, especialmente en el marco del conflicto estratégico con China por el mar de China Meridional.
El auge de la subcontratación y los servicios
El verdadero motor del crecimiento filipino ha sido la subcontratación de servicios. Multinacionales como Amazon, Google, Apple, American Express y grandes consultoras operan en el país, aprovechando una fuerza laboral joven, capacitada y angloparlante.
Filipinas se consolidó como un centro global para centros de llamadas, administración, marketing, diseño y servicios tecnológicos de nivel medio. No compite en innovación de punta, pero sí en eficiencia, costos bajos y confiabilidad regulatoria, lo que la volvió una opción preferida frente a India o China, afectadas por escándalos de filtración de datos y conflictos de seguridad.
Una economía “promedio” como fortaleza
A diferencia de otras naciones asiáticas, Filipinas no lidera ningún sector específico, pero es competitiva en muchos rubros intermedios: microchips básicos, electrónica simple, consultoría, construcción naval de pequeña escala y servicios administrativos. Esta estrategia de hacer “muchas cosas básicas, pero bien” permitió un crecimiento rápido con bajos costos.
El problema es que este modelo tiene un límite. Las economías avanzadas no se consolidan únicamente con industrias intermedias, y el país enfrenta el desafío de dar el salto hacia actividades de mayor valor agregado.
Corrupción, desigualdad y fuga de talentos
Uno de los mayores obstáculos es la corrupción estructural. Desde el mal uso del gasto público hasta la violencia contra periodistas anticorrupción, la falta de transparencia erosiona la confianza de ciudadanos e inversores. Filipinas ocupa el puesto 115 de 180 países en el índice de percepción de la corrupción.
A esto se suma una creciente fuga de cerebros. Las mismas habilidades lingüísticas y culturales que hicieron competitivo al país facilitan la emigración de sus trabajadores más capacitados, en un contexto donde el costo de vida en las grandes ciudades se vuelve cada vez más inaccesible.
La amenaza silenciosa de la inteligencia artificial
El desafío más grande podría no venir de la política ni de la corrupción, sino de la tecnología. La inteligencia artificial avanza rápidamente sobre los sectores donde Filipinas es más fuerte: atención al cliente, administración, logística y servicios de oficina.
Analistas advierten que, si el país no logra reconvertir su economía antes de que estas tareas sean automatizadas, corre el riesgo de perder su principal fuente de ingresos y quedar atrapado en un estancamiento prolongado.
Un modelo que anticipa el futuro
Con un PBI de 471 mil millones de dólares, Filipinas es hoy la 32ª economía del mundo. Crece rápido, pero de forma desigual; es estable, pero dependiente; competitiva, pero vulnerable. Su experiencia refleja dilemas que pronto enfrentarán muchas economías en desarrollo: subcontratación global, tensiones geopolíticas, automatización y desigualdad.
Más que una excepción, Filipinas podría ser un anticipo. Un laboratorio económico que muestra, con crudeza, los riesgos y oportunidades del mundo que viene.
https://youtu.be/NaY5TEeI304?si=WjPp7C-PCuDVmfhv
Redacción: Diario Inclusión.










