La Cámara Baja de la Dieta (Parlamento) de Japón reeligió a Shigeru Ishiba como primer ministro este lunes, en una votación definida por mayoría simple de la coalición del mandatario, que había perdido la mayoría absoluta en los comicios electorales de fines de octubre.
El actual primer ministro obtuvo 221 votos a su favor, de un total de 465 posibles en la Cámara Baja, en la segunda ronda de votación por el puesto, en la que se enfrentaba al líder opositor, Yoshihiko Noda, que cosechó 160 votos.
Ishiba quedó así nuevamente al frente del Gobierno japonés, pero en una posición débil respecto al anterior término, cuando la coalición del Partido Liberal Demócrata (PLD), al que pertenece, y el partido budista Komeito contaban con una amplia mayoría.
Así, el próximo mandato será el primer Ejecutivo minoritario en Japón de las últimas tres décadas, siendo esta elección la primera en treinta años que requirió de dos rondas de votación para designar al primer ministro.
Síntomas de época
Tras el anuncio de su reelección, el Gobierno de Ishiba presentó su nuevo gabinete, que destaca por lo elevado de la edad promedio (61 años) y por solo contar con dos mujeres entre sus 20 ministros.
Ambas características reflejan dos problemáticas que atraviesan la cultura japonesa y que Ishiba se ha comprometido a enfrentar: una baja tasa de natalidad y una sociedad marcada por el sexismo.
En el pasado, el mandatario expresó que considera la falta de bebés como una «emergencia silenciosa», y se comprometió a promover medidas como jornadas laborales flexibles, pero no ha puesto en marcha medidas para revertir la situación de la mujer en Japón.
Momento histórico
La situación es un reflejo de la inusual fase política que atraviesa Japón, luego de que el PDL, que lidera el país desde 1955, sufriera un batacazo electoral en los comicios anticipados dos semanas atrás.
El propio Ishiba fue quien convocó a elecciones adelantadas, tras ganar las primarias de su partido. A sus 67 años, el mandatario tomó las riendas de un PLD sumido en una crisis de liderazgo, luego de que se retirara el histórico Shinzo Abe, quien fue primer ministro en dos ocasiones.
Ishiba arrastra los escándalos heredados de su predecesor, Fumio Kishida, de quien mantiene también el núcleo de su agenda en política económica o exteriores, y las encuestas ya anticiparon que los votantes llevarían su descontento por la inflación y el estancamiento económico a las urnas.
Con sus promesas de reformismo y un equipo de Gobierno plagado de figuras de renombre, el nuevo candidato no logró recuperar la confianza de los electores, y el partido obtuvo su peor resultado desde la última vez que perdió el poder, en 2009.
Nuevas alianzas
La coalición que lidera Ishiba deberá apoyarse ahora en otros partidos para impulsar legislaciones fundamentales para revertir la situación actual, y ya comenzó a entablar negociaciones con formaciones conservadoras o de centro derecha con este fin.
No obstante, los avances en representación que han logrado partidos como el Partido Democrático Popular (PDP) los sitúan en una posición más fuerte para atacar al Ejecutivo desde la oposición o exigirle incorporar sus propuestas, lo que condicionará la legislatura para el nuevo Gobierno.
La cercanía ideológica entre el PDP y el PLD en muchos temas clave puede facilitar el entendimiento entre ambas fuerzas, pero los analistas prevén que el partido opositor aprovechará su éxito en la última elección para presionar al Ejecutivo y aprovechar la posición débil en la que ha quedado.