El domingo se celebra la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Francia. Las acusaciones cruzadas marcaron el final de la campaña electoral
La segunda ronda electoral por la presidencia de la República Francesa que se disputará el 7 de mayo tiene como favorito al candidato independiente Emmanuel Macron, que según los sondeos de diversas encuestadoras, reúne una intención de voto del 60% frente al 40% de la euroescéptica Marine Le Pen.
Sin embargo, la candidata del Frente Nacional (FN) ganó terreno en estas últimas dos semanas de campaña, tras la primera vuelta del 23 de abril.
En las redes sociales, el FN echó a correr el rumor de que el candidato de la agrupación ¡En marcha! tuvo una cuenta en un paraíso fiscal para evadir impuestos, y su adversaria lo sugirió en el debate televisivo del miércoles, seguido por 15 millones de televidentes.
El ex banquero la calificó de mentirosa, recordó que ella tiene cuentas pendientes con la justicia en referencia a los empleos presuntamente ficticios en el Parlamento Europeo que investigan los tribunales y al día siguiente, presentó una querella por falsificación y difusión de documentos falsos destinados a influir en los comicios.
Esto a su vez motivó que la Fiscalía de París abriera una investigación sobre sospechas de que se han hecho circular noticias falsas adrede para tratar de manipular a los votantes de cara al ballottage.
Gane quien gane, tendrá el desafío de lograr que en la quinta economía mundial el desempleo caiga por debajo del 10% y de implementar nuevas respuestas para salir de la recesión.
En apoyos recientes, el ex presidente estadounidense Barack Obama divulgó su respaldo a Macron,de 39 años, a menudo comparado en Francia con Obama, por su juventud y carrera meteórica. El estadounidense señaló que estas elecciones son de «una importancia capital para el futuro de Francia y los valores que defendemos».
Mientras que la candidatura de Le Pen tomó impulso con la llegada de Donald Trump a la actual presidencia estadounidense y sus posturas proteccionistas, así como con el voto en el Reino Unido para salir de la UE Brexit que contribuyó a que la candidata xenófoba impulse un Frexit.
Pese a que la UE es menos popular en Francia que en el Reino Unido, el 72% de los votantes franceses quiere mantener el euro, según un sondeo a fin de abril.
Macron se define como un «europeísta convencido», recibió apoyos de diversos ex ministros de Finanzas europeos y de la canciller alemana, Angela Merkel, a la vez que apuntó a la impopular propuesta de su adversaria de dejar la moneda común europea.
Marine Le Pen, el peligro ultra
Es la líder del xenófobo Frente Nacional (FN). Marion Anne Perrine Le Pen es hija del polémico Jean Marie, fundador del partido antisemita neofascista a quién expulsó del movimiento en 2015.
La líder ultraderechista aprovecha la crisis económica, las amenazas y atentados terroristas y la crisis migratoria sin precedente para exponer sus postulados euroescépticos y una reforma que frene la llegada de indocumentados.
La candidata, que festejó el triunfo del presidente Donald Trump en Estados Unidos, propone que Francia abandone la Unión Europea (UE), el euro y la OTAN, y se opone a la existencia del FMI, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El desempeño de Le Pen en esta segunda vuelta será un termómetro para el populismo de derecha en el continente.
Emmanuel Macron, la sorpresa confiable
Emmanuel Macron llega al ballottage sin antecedentes de peso, sin un partido político consolidado detrás, pero con el apoyo de todo el arco político tradicional francés que rechaza el triunfo de la ultraderecha.
De 39 años, nació en la ciudad de Amiens en el seno de una familia de la alta burguesía.
Militó en las filas del Partido Socialista, aunque se convirtió en un influyente ejecutivo de la Banca Rotschild. Francois Hollande lo nombró en 2012 secretario general de la Presidencia y, sólo dos años después, ministro de Economía.
El ala izquierda del PS cuestionó a Hollande por el nombramiento por ser referente del sector más liberal y partidario del libre mercado. En ese período, el desempleo aumentó en el país y el gobierno aprobó una reforma laboral que reivindicó las demandas empresarias.
