Con la confirmación de su victoria en Arizona este domingo, Donald Trump finalmente logró imponerse en los siete estados clave en las elecciones presidenciales. Con la vuelta al conservadurismo en el suroeste, el republicano cuenta además con una mayoría en el Senado y, posiblemente, en la Cámara de Representantes, donde lleva 8 asientos de ventaja con 19 aún por definirse. Entretanto, prosigue el armado de su nuevo gabinete de cara a su vuelta a la Casa Blanca.
Cuatro días después del final de los comicios,CNN y NBC proyectaron que el nuevo presidente electo estadounidense se quedó con los 11 votos electorales de Arizona, el «estado bisagra» del suroeste. Así, el candidato republicano sumó 312 electores mientras que su rival, la vicepresidenta Kamala Harris, alcanzó unos 226, según reportan los medios estadounidenses.
El resultado muestra una reversión al conservadurismo en este estado, donde solo dos demócratas lograron imponerse desde 1940: Bill Clinton, en 1996, y el actual presidente, Joe Biden, en 2020, marcando la derrota de Trump en su primer intento de reelección.
Con su victoria en Arizona, Trump logra ampliar el margen de diferencia frente a Harris, que, a pesar también enfocar el último periodo de su campaña sobre los estados clave (Arizona, Pensilvania, Wisconsin, Michigan, Carolina del Norte, Nevada y Georgia), no logró vencer en ninguno de ellos.
El magnate, que logró imponerse en el voto popular por más de cuatro millones de votos, también cuenta con una mayoría en el Senado, y tiene en vista la posibilidad de retener una superioridad en la Cámara de Representantes, a 19 asientos de la definición.
Cuestión fronteriza
La elección en Arizona, un estado fronterizo atravesado por la crisis migratoria y la suba del costo de vida durante el término de Biden, fue una batalla cuesta arriba para los demócratas.
En principio, la cantidad de votantes registrados para el ‘viejo gran partido’ en Arizona era superior a la de los demócratas, por lo que las esperanzas de Harris estaban depositadas en captar republicanos moderados y votantes independientes.
Para ello, la actual vicepresidenta había apuntado a grupos, como las mujeres y partidos de izquierda, mediante la promoción de derechos reproductivos y la operación conjunta con sindicatos.
La estrategia de Trump, en cambio, fue apuntar a remontar su imagen frente al voto latino, manteniendo su margen de diferencia en votantes republicanos y asegurando algunos votos independientes haciendo uso de comités externos, como Turning Point, que se encargaron de convocar a voto por el ex presidente.
Con la adjudicación de los 11 escaños de Arizona, el magnate inmobiliario ganó 312 votos electorales, 31 más de los 270 necesarios para la presidencia.
Un gobierno por definirse
El miércoles, Biden recibirá a su ex rival en el Despacho Oval, para dar comienzo a la transición de poderes, que concluirá con la investidura del republicano el próximo 20 de enero.
Hace cuatro años, este encuentro fue postergado porque el mandatario saliente se negó a aceptar la derrota electoral frente al actual presidente, convirtiéndose en el primer presidente de la historia en no asistir a la toma de posesión de su sucesor.
Entretanto, el presidente electo se mantiene encerrado en su mansión en Florida, donde mantiene reuniones constantes para la configuración de su gabinete.
Hasta ahora, el único cargo confirmado es el de Susie Wiles, que se convertirá en la primera mujer en ejercer como Jefa de Gabinete en la Casa Blanca, luego de su rol crucial como asesora de la campaña de Trump.
Además de la presidencia, los republicanos conquistaron una mayoría en el Senado de 53 delegados, luego de que los demócratas perdieran cuatro bancas, y parecen estar cercanos a lograr el control de la Cámara de Representantes.
A cinco días del fin de la elección, ninguno de los partidos ha asegurado la mayoría de 218 escaños en la Cámara Baja. Con 19 asientos aún por definirse, los rojos cuentan con 212 representantes, apenas ocho de ventaja sobre el partido demócrata.
Nueve de los votos restantes derivan de California, un bastión de la nueva oposición, por lo que el control sobre la Cámara Baja todavía está por definirse.
Ni Haley ni Pompeo
El nuevo presidente aclaró que no hará partícipe a ciertos miembros de su anterior administración, como la ex embajadora frente a las Naciones Unidas, Nikki Haley, o Mike Pompeo, su ex secretario de Estado, según expresó en su propia red social,Truth Social.
Pompeo y Haley, dos republicanos que defendían el apoyo estadounidense a Ucrania, se ven apartados en un momento donde Trump y sus aliados empujan para retirar la asistencia militar a aliados del país.
Aunque dijo haber «disfrutado y apreciado trabajar con ellos previamente» en su mensaje, Trump se alejó de dos de sus ex funcionarios que fueron críticos de su persona en los últimos años.
Durante la Conferencia Política de Acción Conservadora, en 2023, Pompeo había advertido que los republicanos no deberían seguir a «líderes famosos con su propio estilo de política de identidad, aquellos con egos frágiles que se niegan a reconocer la realidad».
Por su parte, Haley, quien fue la adversaria de Trump en las primarias por el partido republicano, también fue vocal con sus críticas al presidente electo, apuntando contra su «retórica de campaña que aleja mujeres y minorías».
A pesar de que ambos funcionarios terminaron por endosar la nominación de Trump, su oposición al candidato parece haberles costado su lugar en la nueva administración.