La gestión de Javier Milei atraviesa su fase más turbulenta desde que asumió la presidencia. La derrota electoral en la provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre marcó el inicio de una aceleración de la crisis política que hoy se manifiesta en todos los frentes: Congreso hostil, gobernadores en rebelión, sindicatos movilizados y una interna libertaria que amenaza con implosionar.
El oficialismo ya no logra sostener el tercio legislativo que le permitía vetar leyes clave. Las votaciones recientes dejaron en evidencia una pérdida de control político, incluso sobre diputados que ingresaron por la lista de La Libertad Avanza. Las alianzas circunstanciales con sectores del PRO y del radicalismo se diluyen, mientras el peronismo reorganiza sus filas con vistas a 2027.
En paralelo, la figura de Karina Milei quedó envuelta en una presunta red de coimas, tras la filtración de audios comprometedores. El escándalo se suma a otros episodios que erosionan las banderas de transparencia y lucha contra la casta que el presidente había prometido. La criptoestafa LIBRA y el caso ANDIS dejaron heridas profundas en la credibilidad institucional.
La calle también se volvió adversa. Protestas masivas, paros y movilizaciones de sectores transversales reflejan el desencanto social. Incluso las redes, donde Milei jugaba de local, muestran un giro en la opinión pública. Las encuestas marcan una caída sostenida en la imagen presidencial y en la intención de voto de La Libertad Avanza.
En el plano económico, la situación no acompaña: el dólar tocó el techo de la banda, las reservas se diluyen, la actividad cae y el riesgo país se ubica entre los más altos del mundo. La narrativa oficial, centrada en el Excel y los slogans, parece desconectada del termómetro social. El relato libertario se aleja de la calle.
Mientras tanto, el peronismo enciende su maquinaria. Axel Kicillof emerge como figura central tras su victoria bonaerense, y Cristina Fernández reaparece en escena. Gobernadores de distintos signos políticos articulan una salida institucional que podría reconfigurar el mapa de poder. La CGT, antes desmovilizada, ahora se prepara para una ofensiva gremial.
La Libertad Avanza enfrenta una descomposición política que se entrelaza con la volatilidad económica y el desgaste social. Milei dejó de rugir. Hoy, se le animan todos.
Redacción Diario Inclusión