La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, denunció una “operación criminal” que involucraría a espías rusos y venezolanos, y apuntó directamente contra Tapia como uno de los actores clave. La acusación generó revuelo en la Casa Rosada y reactivó temores sobre el poder simbólico del fútbol en la política argentina.
Horas después, Tapia publicó en su cuenta de X una serie de fotos distendidas con Messi en el predio de Ezeiza. “¡Cómo sonríe el 10! Qué alegría volver a verte, Leo querido”, escribió el titular de la AFA, evitando confrontar directamente con Bullrich pero enviando un mensaje claro.
El gesto no pasó desapercibido. En noviembre de 2024, el Gobierno de Javier Milei había evaluado intervenir la AFA en medio del debate por las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), pero retrocedió ante el temor de un tuit negativo de Messi. La figura del capitán sigue siendo un factor de peso en la política nacional.
La denuncia también menciona al canal de streaming Carnaval, vinculado a Pablo Toviggino, mano derecha de Tapia. Según el escrito oficial, ese medio difundió audios grabados en Casa Rosada que comprometerían a Karina Milei y “Lule” Menem, en una operación que el Gobierno considera desestabilizadora.
Tapia eligió no responder con declaraciones, sino con imágenes. La presencia de Messi, junto a otros miembros de la selección, fue interpretada como una forma de blindaje institucional. El fútbol, una vez más, se convierte en escudo frente a las turbulencias políticas.
El Gobierno teme que un enfrentamiento con Messi pueda derivar en una pérdida de legitimidad popular. En ese contexto, el respaldo del astro rosarino a Tapia no solo tiene valor simbólico: es una jugada estratégica que refuerza el poder de la AFA frente a las presiones oficiales.
La política y el fútbol vuelven a entrelazarse en Argentina. Y mientras la ministra denuncia complots, el 10 sonríe. En tiempos de crisis, los gestos valen más que las palabras.
Redacción Diario Inclusión