La concesión extendida a Nuevo Central Argentino S.A., que operará hasta 2032 bajo un esquema de acceso abierto, recuerda las entregas de empresas públicas emblemáticas como Aerolíneas Argentinas, YPF y Entel, vendidas para cubrir agujeros fiscales provocados por una política comercial errática. Hoy, el desmonte de Belgrano Cargas y Logística S.A. pone en venta otro activo estratégico, bajo el discurso del “Estado ineficiente”.
La apertura de las concesiones, que incluye obras logísticas y accesos portuarios, opera bajo el supuesto de que el mercado resolverá las fallas estructurales. Pero no hay mirada nacional: el modelo abandona cualquier planificación productiva, favoreciendo a grandes operadores mientras deja a la industria nacional a merced de una competencia global sin resguardo.
Las experiencias pasadas evidencian que estas decisiones no fortalecen la infraestructura ni generan empleo genuino. Por el contrario, en los 90 la “apertura al mundo” significó importaciones desreguladas, cierre de fábricas, aumento del desempleo y fractura del tejido social. Hoy, el riesgo es repetir esa historia con un relato libertario que oculta su verdadera raíz neoliberal.
Mientras el Gobierno proclama eficiencia y libertad económica, consolida una estructura de concentración y extranjerización. Como en el país anterior a 1943, los servicios públicos y los resortes económicos están quedando en manos privadas y, muchas veces, extranjeras. No hay revolución: hay restauración de un modelo que Argentina ya sufrió.
La Secretaría de Transporte también invitó a Ferrosur Roca S.A. y Ferroexpreso Pampeano S.A. a replicar el esquema. Lo que se presenta como competencia real es en realidad una cartelización encubierta, con actores empresariales históricamente beneficiados por subsidios y contratos con el Estado.
La privatización de los trenes de carga no es un salto al futuro, sino un viaje al peor pasado. Milei no inaugura una era, sino que acelera la vuelta a una Argentina dependiente, desindustrializada y colonizada económicamente. Una reedición de los noventa que amenaza con profundizar desigualdades y clausurar el horizonte productivo nacional.
Redacción Diario Inclusión









