Este sábado por la tarde pasado, la Basílica de San Pedro fue escenario de un evento litúrgico que marca un giro en la política eclesiástica del Vaticano: la celebración de la misa tridentina, autorizada nuevamente por el Papa León XIV. El encargado de oficiarla fue el cardenal estadounidense Raymond Burke, figura emblemática del ala conservadora y férreo opositor al fallecido Papa Francisco.
La misa tridentina, también conocida como misa de San Pío V, fue instaurada en 1570 tras el Concilio de Trento. Se caracteriza por su celebración en latín, con el sacerdote de espaldas a los fieles y oraciones en voz baja. Este rito fue reemplazado oficialmente en 1969 por el Papa Pablo VI, quien introdujo el actual formato de misa ecuménico y en lenguas vernáculas.
Durante el papado de Francisco, la misa tridentina fue objeto de fuertes restricciones. En 2021, se estableció que solo podría celebrarse con autorización expresa del obispo local, una medida que buscaba frenar lo que el pontífice consideraba una deriva ideológica dentro de la Iglesia. Esta decisión generó malestar entre los sectores tradicionalistas, que vieron en ella una marginación de sus prácticas.
La reautorización por parte de León XIV representa un gesto de apaciguamiento hacia esos grupos. Según Martin Dumont, historiador y secretario general del Instituto de Investigación para el Estudio de las Religiones, “el mensaje del Papa es claro: todas las categorías deben ser aceptadas y acogidas dentro de la Iglesia”. La misa tradicionalista vuelve a tener lugar, siempre que no cuestione el legado del Concilio Vaticano II.
La ceremonia no se celebraba en el Vaticano desde 2021, y su regreso ha sido interpretado como parte de una estrategia de unificación. Burke, quien oficiará la misa, ha sido uno de los críticos más duros del pontificado anterior, lo que añade un componente simbólico al evento.
El retorno de este rito no solo tiene implicancias litúrgicas, sino también políticas dentro del Vaticano. León XIV busca equilibrar las tensiones internas y ofrecer una señal de apertura sin renunciar a los avances doctrinales del último medio siglo.
✍️ Redacción Diario Inclusión









