En 1933, del local casi pegado a la catedral de San Vito en la bella Praga, Federico Deutch y Carlos Steuer fundan la llamada tienda TETA (que significa Tía). Estos hombres judíos checos de Praga, ambos de habla alemana, lentamente empezaron a expandir su negocio y pronto estarían por Yugoslavia-Rumania.
Sin embargo, con el arribo de los nazis al poder deciden escapar de la persecución nazi. Es así que tras la Segunda Guerra Mundial, el deseo de libertad los llevó a Latinoamérica. Originariamente se radicaron en Colombia. Allá por el año 1940, llegando a la Argentina en 1945, abriendo la primera sucursal de Casa Tía en el año 1947 ubicada en la calle Suipacha.
Cabe destacar que el arribo de Casa Tía a la Argentina, representaba gran competencia, ya que el negocio prometía una variedad de productos a precios accesibles.
La ambición de Steuer y Deutch, así como la buena organización de la empresa, permitió que la misma se expanda a diferentes países de América Latina y para el año 1970, ya tenían 14 locales Casa Tía.
Un detalle no menor es que en el periodo comprendido entre 1971 y 1972, pasan al poder la hija de Steuer y el nieto de Deutch (ya que los dueños fallecen) y éste último fue reconocido a lo largo de la historia por ser dueño de Lineas Aereas Privadas Argentinas (LAPA). Mientras tanto, los que tomaban las decisiones dentro de la cadena Casa Tía, fue un grupo de checos que habían llegado al país de la misma manera que los dueños.
En el año 1976, entra en escena el empresario y ex diputado de Argentina, Francisco de Narváez Steuer (hijo de Doris Steuer, nieto de Carlos Steuer), quien pretendía llevar las cuentas de la Casa Central de Casa Tía, sin embargo no fue tomado en cuenta, por lo que decidió reubicarse, yéndose a Entre Ríos donde invirtió en el sector agropecuario y otros negocios, logrando un buen caudal de dinero.
Tras un periodo fuera, Francisco decide volver a la empresa en el año 1982 y es allí donde inicia el conflicto con su hermano Carlos por un dilema entre las ideas de negocio, sin embargo, lo cierto era que la empresa atravesaba momentos críticos debido a la hiperinflación así como la reputación que hacía que los compradores sientan «vergüenza» por adquirir productos allí, según se descubrió tras un estudio de mercado.
Los accionistas de Casa Tía, optan por adoptar la mirada de Francisco de Narváez y esto deriva en un conflicto familiar que termina con el despido de Carlos de Narváez en 1988.
Con la era de Francisco de Narváez empezando, también llegaron los grandes cambios, puesto que hubo cambios en los ejecutivos y un gran número de despidos. Tras lograr su cometido, Francisco empezó a descuidar Casa Tía, dedicándose a las otras empresas familiares.
Transcurrido una serie de sucesos que lentamente acababan con las finanzas de Casa Tía y con el intento de «engordar» la empresa para venderla a un buen precio, finalmente en 1998, es vendida a The Exxel Group, junto con sus flamantes socios franceses de Promodes, dejando a Francisco de Narváez con un cuarto del dinero de la empresa.
Francisco de Narváez Steuer: «yo no elegí vender, tuve que hacerlo porque las condiciones competitivas eran insostenibles. Preferí ser un empresario con posibilidades de crecimiento antes que un patriota fundido».