Un día como hoy, el 4 de octubre de 2009, la Argentina y el mundo despedían a una de las artistas más influyentes y queridas de la música popular: Mercedes Sosa. Nacida en Tucumán en 1935, “La Negra”, como todos la llamaban, se convirtió en mucho más que una cantante: fue un emblema cultural, un símbolo de identidad latinoamericana y una voz que acompañó luchas, esperanzas y sueños colectivos.
Los comienzos de una voz única
Criada en un hogar humilde, Mercedes Sosa comenzó a cantar desde muy joven. En 1950, con apenas 15 años, ganó un concurso radial que le abrió el camino en el mundo de la música. Poco después, se sumó al movimiento del Nuevo Cancionero, que buscaba renovar el folclore argentino con una fuerte impronta social y poética.
Su manera de interpretar las canciones, cargada de sentimiento y de una fuerza espiritual única, la diferenció de inmediato. Mercedes no solo cantaba: transmitía historias, dolores y esperanzas de su pueblo.
La voz de un continente
Entre los temas que inmortalizó se encuentran Alfonsina y el mar, La maza, Solo le pido a Dios, Gracias a la vida y Como la cigarra, entre muchos otros. Su repertorio combinó lo mejor del folclore argentino con las composiciones de artistas latinoamericanos comprometidos con su tiempo.
Con el correr de los años, su voz trascendió fronteras y la llevó a escenarios de Europa, Estados Unidos y América Latina, donde siempre fue recibida con ovaciones.
La censura y el exilio
Durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), Mercedes Sosa fue perseguida, prohibida y censurada. En 1979, durante un recital en La Plata, fue detenida junto con el público que la escuchaba, en un episodio que reflejó la dureza de la represión.
Ese mismo año partió al exilio, primero a París y luego a Madrid, desde donde continuó levantando su voz contra las injusticias. Sin embargo, nunca dejó de sentirse profundamente argentina y soñaba con volver a cantar en su tierra.
El regreso y el reconocimiento
Con el retorno de la democracia, Mercedes Sosa volvió al país en 1982 y fue recibida como un símbolo de resistencia. A partir de entonces, su figura creció hasta convertirse en “la voz de Latinoamérica”.
Compartió escenarios y grabaciones con artistas de diferentes géneros y generaciones, entre ellos Charly García, Fito Páez, León Gieco, Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Caetano Veloso. Su versatilidad le permitió conectar con jóvenes y mayores, folcloristas y rockeros, siempre desde la autenticidad.
Un legado que no muere
Mercedes Sosa falleció en Buenos Aires el 4 de octubre de 2009, a los 74 años, dejando un vacío inmenso pero también una herencia cultural imposible de borrar. Fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO y recibió múltiples premios internacionales, pero su mayor reconocimiento llegó siempre del pueblo, que la acompañó hasta el último día.
A 16 años de su partida, su voz sigue sonando en radios, escenarios y homenajes. Sus canciones continúan transmitiendo el mensaje de justicia social, unidad y esperanza que la artista defendió toda su vida. Mercedes Sosa no fue solo una cantante: fue un puente entre la música y la memoria colectiva de un continente.
Su legado late en cada festival folclórico, en cada marcha popular donde se entona Solo le pido a Dios, y en cada rincón de América Latina donde la música se convierte en bandera.
Redacción: Diario Inclusión.