Sin edificios educativos, ni agua, alumnos con hambre, son algunas de las tantas consecuencias de un gobierno ausente. Los educadores caminan muchos kilómetros para poder brindar conocimientos, sin embargo la situación es insostenible.
Lorena da clases en la Escuela Nº 5199 La Mora, donde asisten niños y niñas de comunidades originarias, y también en el establecimiento de Padre Lozano; mientras que Javier despunta su vocación en el Colegio Nº 5200, a la que también asisten alumnos originarios, a seis kilómetros de la Ruta Nacional 34.
«En el Colegio Nº 5200 no tenemos un edificio propio para dar clases, en la escuela del kilómetro 6 solo tenemos tres aulas y tenemos divididos los turnos, las aulas son insuficientes para la cantidad de alumnos y se nos hace muy difícil. En La Mora pasa lo mismo, pero el problema está en la comunidad del anexo Lapacho, porque tenemos solo dos aulas. Muchos alumnos quedan afuera y tienen que tomar clases en el patio, bajo un árbol o donde se puede. En Lapacho están en proceso de construcción de aulas, y en el primer día de clases tendremos que recibir como podemos a los chicos y hacer que trabajen con cartillas hasta que se construyan las aulas. En esas condiciones vamos a comenzar las clases», graficó y contextualizó la problemática el docente Oviedo.
Alumnos estudiando a la intemperie en un patio, sufriendo calor y frío de acuerdo a la estación del año, y sin servicio de agua, es la radiografía del comienzo de clases para los estudiantes de las comunidades del norte.
«Nosotros estamos muy olvidados en el norte. No tenemos en las comunidades mobiliarios, mesas, sillas. Los chicos no tienen agua y no hay ordenanzas. Hace tiempo venimos pidiendo la creación de gabinetes psicopedagógicos porque los chicos necesitan otras atenciones. Y la copa de leche es otra deuda pendiente, hay colegios que no tienen la comida y entre nosotros juntamos azúcar, té, yerba, de nuestros bolsillos, para poder solucionarlo», aportó la enseñante Lorena.
«Y los gremios parecen una sucursal del Ministerio de Educación y tampoco nos ayudan, ninguno, están acostumbrados al aire acondicionado y la camioneta y nunca van a ir a hacer una marcha por los chicos ni para los docentes. Ante tanta indiferencia, nosotros caminamos en su momento a Salta para entregar una carta petitoria en el Grand Bourg, en las cámaras de Diputados y Senadores, en la Corte Suprema de Justicia y en la Catedral, para ver si desde algún lugar, político o eclesiástico, pueden hacer algo por esta situación. La única respuesta que recibimos fue un slogan de campaña de parte de la secretaria de Gestión Educativa, y que falta presupuesto», explicó Javier Oviedo.
«Nosotros pedimos que incrementen el presupuesto en la Educación, porque esa es la solución: cada vez que demandamos pintura, la copa de leche o lo que sea, la respuesta del Gobierno es que falta presupuesto. Son respuestas vacías sin soluciones», añadió.
«Más allá de los números que ellos dicen, la realidad es que no tenemos ninguna mejoría: el alumno sigue pasando hambre, no hay útiles, no hay bibliografía, no hay edificio, no hay nada», aportó Lorena Ibarra.
«Nosotros venimos caminando a Salta el 13 de enero, un mes y medio antes del comienzo de clases, para visibilizar esto, que tengamos alumnos estudiando en un patio por falta de aulas. E hicimos una marcha porque quisieron cerrar un colegio para adultos en General Mosconi. También hicimos un ayuno por 24 horas en Tartagal pensando que, por lo menos, íbamos a transformar los corazones de piedra de los políticos en corazones de carne, y fue inútil. Y también hicimos una colecta de útiles porque los chicos apenas empiezan las clases no tienen hojas, no tienen lapiceras», graficó parte de la triste radiografía el docente Javier Oviedo, quien aclaró que no es la intención enfrentar a los trabajadores de la educación con los de la seguridad ni plantear una guerra de «pobres contra pobres».
«No creemos que la solución esté en un corte de ruta, en la quema de gomas y en que un compañero nuestro reciba un balazo en la cabeza por reclamar derechos, a eso lo tenemos claro. Nosotros sabemos que la solución es política. ¿Por qué el Gobierno de la Provincia solo nos da un escrito y ni siquiera nos llamaron a una audiencia? No sé quién aconseja a nuestros políticos, si de Europa, si de Estados Unidos. Alguien los está asesorando mal. ¿Acaso tenemos que hacer piquetes para que nos atiendan», exclamó y se preguntó con indignación el maestro, quien, a raíz de las necesidades, junto a otros enseñantes conformó la agrupación Docentes Activos para intentar sostener una educación que se cae a pedazos, aquello que deberían hacer los gobernantes y legisladores desde sus cómodos puestos. Ellos son docentes, gestores, padres, madres y hacen lo que pueden para empujar el futuro de nuestros niños, niñas y adolescentes.










