A medida que el peronismo bonaerense comienza a ordenar sus piezas con vistas a las elecciones, en Salta el panorama es muy distinto. Las tensiones internas dentro del Partido Justicialista local se profundizan y no hay, por ahora, un horizonte común que permita vislumbrar una estrategia unificada.
El temor a un «dedazo» —ya sea desde la conducción nacional o provincial— atraviesa a todos los sectores del espacio, incluso a aquellos más cercanos al oficialismo. En ese marco, emergen dos posturas dominantes: por un lado, están quienes insisten en la necesidad de alcanzar la unidad a través del diálogo interno; y por otro, un grupo que impulsa con fuerza la idea de “provincializar” la elección, buscando cortar todo tipo de influencia externa sobre la toma de decisiones.
Este escenario tenso y sin conducción clara no solo afecta las proyecciones electorales del PJ salteño, sino que también pone en duda su capacidad de sostener su peso territorial frente al avance de otras fuerzas, tanto tradicionales como emergentes.
Mientras tanto, dirigentes de distintos sectores hacen llamados cruzados a la prudencia y al trabajo conjunto, pero los gestos de apertura real escasean. La cuenta regresiva electoral avanza y, a diferencia de otras provincias, el peronismo salteño sigue sin encontrar el rumbo.
Redacción Diario Inclusión