Especialistas analizan la situación que azota la provincia. Sequía extrema, ríos sin caudales, escasez de agua, siembras afectadas, son las problemáticas que van mas allá de la consecuencia de un evento cíclico.
Por tercer año consecutivo, bajo condiciones de sequía extrema, el agro de la región reza por lluvias, mientras ve afectada la siembra de granos. Productores ganaderos, sin agua ni pasturas, descargan campos, se desprenden de la hacienda a bajo precio y separan a los terneros de sus madres con solo dos o tres meses de vida para evitar pérdidas mayores.
Todos apuntan a La Niña, fenómeno que en la región es sinónimo de escasez de lluvias y que va por su tercer año consecutivo. «Si bien eventos cíclicos como El Niño y La Niña son conocidos y son parte de la dinámica de los ambientes a escala subcontinental, también es cierto que la tasa y la extensión de los procesos de deforestación y reemplazo de ambientes impactaron en la frecuencia e intensidad de estos eventos», sostuvo el biólogo Enrique Derlindati.
Derlindati, doctor en Ciencias Biológicas especializado en conservación de la biodiversidad, afirmó que no se trata de una emergencia agropecuaria, sino de una emergencia ambiental. «El año anterior terminó con grandes incendios extendidos en todo el país y 2023 empezó con una de las sequías más extremas de los últimos años. Entre las principales consecuencias se encuentra la falta de agua generalizada» precisó, tras instar a la reflexión «a los sectores agroindustriales que se lamentan por las grandes pérdidas en productos de exportación y siguen hablando de fenómenos climáticos, de catástrofes, cuando se debería hablar de errores de manejo, ordenamiento y planificación, de modelos que llevan a esta situación climática», puntualizó el biólogo de la Universidad Nacional de Salta (UNSa).
El investigador y docente de Biología de la Conservación agregó que hoy «los procesos de cambio climático y calentamiento global nos imponen la necesidad de desarrollar tecnologías alternativas desde lo agropecuario a lo energético. Los gobiernos deben ejercer un control efectivo sobre el uso del territorio, deben generar alternativas productivas acordes a la situación ambiental global y deben ordenar y planificar el crecimiento de la sociedad. Las grandes empresas agroindustriales -añadió- deben aceptar las regulaciones y acomodar sus necesidades a la situación actual. Se entiende que sus actividades deben ser rentables, pero es necesario que incorporen un balance de acciones/consecuencias socio-ambientales», insistió.
Dolor de cabeza
Criollos del Chaco salteño, con los suelos de sus puestos cuarteados, los montes calcinados por el sol y los madrejones resecos, penan por estos días junto a las vacas que caen sin fuerzas para volver a levantarse. No son los únicos que padecen con la sequía que es considerada por muchos como la peor de los últimos cuarenta años.
Las comunidades originarias, que desde tiempos ancestrales han tenido al Pilcomayo como eje de vida y fuente de recursos en el sur de Bolivia, el extremo noreste de Salta y en Formosa, lo vieron en los últimos tiempos convertido en un hilo de agua y vaciado de peces.
«Las consecuencias vienen siendo alertadas desde hace décadas por la comunidad científica. Estas alertas tienen que ver con lo ambiental, que incluye y afecta los procesos socio-económicos. La escasez de agua, consecuencia de la sequía prolongada, afecta la salud, el bienestar y la economía de toda la sociedad. La disponibilidad de agua regula todos los procesos biológicos, de los cuales los humanos somos dependientes», recordó Derlindati.