Tras conocerse el fallo, los familiares de los 43 gendarmes fallecidos se mostraron disconformes con la sentencia. «Corruptos, sinvergüenzas, ladrones, otra vez los volvieron a matar», fueron algunos de los insultos que les profirieron a los magistrados.
Otro de los abogados querellantes, Mauricio Arriagada, representante de 20 familias, dijo que a lo largo de 8 años la causa acumuló más de 30 cuerpos de 200 fojas cada uno, además de pruebas complementarias.
«Los familiares se trasladaron de distintos puntos de la provincia y el país para este juicio. Había prueba suficiente para condenar a cada uno de los procesados. En los alegatos habíamos pedido homicidio simple con dolo eventual», manifestó el letrado.
Los familiares señalaron que el micro en el que viajaban los efectivos no contaba con la revisión técnica obligatoria y que es la misma Gendarmería la que controla esa situación de seguridad pasiva en las rutas argentinas.
«Hubo desidia, desprecio por la vida. Fue una masacre colectiva. Se sabía que los neumáticos tenían un rodamiento superior a los 88 mil kilómetros, lo que no es para nada seguro, y nunca había sido controlado por un centro verificador a cargo de un ingeniero», precisó el abogado.
Norma Zorrilla, madre del gendarme fallecido Emanuel Acosta, expresó: «jamás me imaginé la vida sin mi hijo. Es tremendo. Sucedió un 14 de diciembre a las 2 de la mañana. Ese 24 de diciembre fue el peor de mi vida y de la de mi familia, también la de las 42 familias. Cuando todo el mundo estaba festejando una Navidad, nosotros estamos haciendo lo que estoy haciendo acá hoy, abrazar la foto de mi hijo. Tengo una silla vacía en mi casa, en la de sus abuelos, sus tíos. El siempre ocupaba un lugar y nadie lo ocupa ahora ni nunca más».
Beatriz Salas, madre del cabo Levi Ahumada, oriunda de Córdoba, sostuvo que: » hoy en el juicio nos dieron una cátedra absurda del tema financiamiento y móviles. Todos los jefes negaron la verdad. Desacreditaron la palabra de los choferes. Nosotros queríamos perpetua. Estábamos en la causa penal. Somos cinco familias. El resto eran querella civil. Mi hijo era una excelente persona. Tenía 27 años. Entró a la fuerza no por lo laboral, el tenía vocación desde chiquito. Honró cada palabra del decálogo del gendarme».
Ramón Soria, padre Marcos Soria, de Campo Largo, Chaco, expresó que: «los cajones (ataúdes) que nos dieron para nuestros hijos eran como cajones de manzana. Todos sucios. Lo civil a mi no me interesaba. Estaba en la parte penal y quería condenas perpetuas. Vamos a apelar».
Hace ocho años
El accidente ocurrió el 14 de diciembre de 2015, alrededor de las 2.30, cuando un convoy de siete vehículos, tres de ellos colectivos, se dirigían por la ruta 34, con destino a Jujuy. Los gendarmes habían salido de Santiago del Estero y atravesaban la ciudad de Rosario de la Frontera, cuando a la altura del kilómetro 956, en el puente ubicado sobre el arroyo Balboa, el micro que encabezaba la caravana sufrió el reventón del neumático delantero derecho.
El desperfecto tomó de sorpresa al chofer, el sargento Orlando Díaz, quien no pudo controlar el colectivo, en el que iban 50 gendarmes y tras chocar con la rampa, se precipitó al vacío, desde una distancia de 13 metros de altura, quedando el rodado con las ruedas hacia arriba. «Como consecuencia de esta tragedia murieron, en cumplimiento del deber, 43 gendarmes, hombres y mujeres que se habían enrolado en esa fuerza y que, entre sus numerosas funciones, estaba la de cuidarnos», había enfatizado fiscal general Carlos Martín Amad, del Área de Transición de la Unidad Fiscal Salta, durante sus alegatos, en abril pasado.
Nota: El Tribuno