
Verónica Cantero Burroni publicó El ladrón de sombras, editada por Quipu. La novela obtuvo el prestigioso premio de literatura «Elsa Morante» en Italia. Hoy Verónica es una de las flamantes ganadoras de la BIENAL de ALPI 2017. Este jueves será distinguida en el Senado de la Nación.
Sus dedos Portan mariposas. Verónica Cantero Burroni ama sus anillos de mariposas. Vuelan sobre el teclado. Son alas que dan cuenta de su transformación. Hablan de sus cuentos y de sus novelas. Historias que teje en su cabeza y en su corazón adolescente. Historias que luego pasan a la compu o al papel y que siempre navegan en su libretita inseparable.
Verónica habla entrecortado. Respira como si se ahogara. Se desplaza en silla de ruedas. Pero ella siempre sonríe. En seis días cumple 15. Y en cuatro, el 1° de junio, entrará al Senado de la Nación para recibir una distinción en la 25° Bienal de ALPI (Asociación de Lucha contra la Parálisis Infantil). No es el primer premio que gana. Su novela, El ladrón de sombras, editada por Quipu, obtuvo el título Elsa Morante en Italia y fue publicada en español e italiano.
Verónica cursa cuarto año de la orientación Naturales en la Escuela Santo Tomás de Aquino de Campana. Es la menor de los trillizos Cantero Burroni y la sexta de siete hermanos. El 3 de junio de 2002, Francisco nació a las 10, Lucía a las 10.25 y Verónica, 10.30. Tenían seis meses de gestación. Faltó oxígeno en el parto. Les diagnosticaron parálisis cerebral. La de Lucía es imperceptible: se mueve, habla y camina como cualquier adolescente. La de Francisco y Verónica requiere atención especial: kinesiología, terapia ocupacional e hidroterapia todas las semanas más dos acompañantes terapeúticos que los cuidan cada día.
La que sí sonríe, siempre, es Verónica. Detrás de sus lentes de lectura, confiesa que este año estuvo lleno de sorpresas y alegrías. “Pasé, literalmente, de la cama al avión. Mientras estaba en reposo por mi última operación que duró 10 horas, me llegó la noticia. Mi novela El ladrón de sombras acababa de ganar la terna en un certamen literario donde competía con dos prestigiosos escritores”, señala. Los médicos le autorizaron a viajar. Y Verónica se subió por primera vez a un avión. Con su mamá, volaron 14 horas hasta Roma para recibir la distinción. En la valija, Verónica puso un ejemplar de su novela dedicado para el papa Francisco y esperó al miércoles, día de las audiencias en el Vaticano.”Quedé en primera fila, en el sector reservado para los chicos con discapacidad”, explica. “Si el Papa me saludaba estaba contenta y si no, también, porque lo estaba viendo muy de cerca”, confiesa en el living de su casa. Verónica no tuvo que conformarse. “Cuando terminó la ceremonia, Francisco bajó las escaleras y vino directo hacia mí. De una. ‘Me contaron que sos muy buena escritora’, me dijo y yo de la emoción no podía ni hablar. Le di mi libro firmado: ‘Gracias porque me enseñaste a ver la vida con el ojo de vidrio’, le puse. Me dio las gracias, un abrazo y un beso. Y me dijo que rezara por él”.
¿La fe en Dios es un refugio?
Gracias a mi fe puedo afrontar lo que me toca. Y gracias a mi fe pude encontrar una razón a esta condición que tengo. Estar en silla de ruedas ya no es mi cruz. Es la razón por la que escribo. En algún momento me empecé a preguntar para qué y por qué me tocó esto. Con la escritura lo pude responder.
Tu ejemplo puede ayudar a otros.
Cuando Dios me pensó así, no lo hizo para que sufriera. Sino para que pudiera darme cuenta de que hay algo más allá de lo que somos físicamente. La vida me llevó a apoyarme mucho en la fe. Mi familia me enseñó que Dios nunca me va a dejar plantada. Me bauticé, tomé la comunión y me confirmé el año pasado. A veces estoy cansada, pero cuando voy a misa me ayuda. Y cuando no tengo ganas de ir, mi familia me insiste y me hace bien.
Veronica es un conjunto de emociones que inspiran fortaleza, esperanza, amor, fe y alegría. Dios es su refugio y es su razón para encontrar las respuestas de preguntas que para ella son respondidas con la escritura.









