La alergia es una reacción exagerada del sistema inmunológico frente a sustancias inofensivas, los alérgenos. Según la otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas, esta respuesta anómala se manifiesta en personas genéticamente predispuestas y puede ir de estornudos y picazón hasta amenazas a la vida en casos extremos.
La primavera intensifica las alergias respiratorias porque los árboles como plátano, álamos y tilos liberan grandes cantidades de polen desde septiembre, seguidos por gramíneas y malezas. Al coincidir con alérgenos perennes como ácaros, hongos y caspa de mascotas, los síntomas se agravan en muchas personas.
Los factores ambientales empeoran la situación. El cambio climático y la contaminación favorecen la proliferación de alérgenos y prolongan su presencia en el aire, lo que incrementa la frecuencia y gravedad de los cuadros alérgicos, como advierte el Dr. Damián Zopatti del Hospital de Clínicas de la UBA.
Los síntomas más frecuentes de las alergias respiratorias incluyen estornudos repetidos, secreción nasal acuosa, picazón en nariz y ojos, congestión persistente, lagrimeo, tos seca y sensación de ahogo, especialmente en quienes padecen asma bronquial. Estas molestias afectan el sueño, la concentración y el rendimiento diario.
Las reacciones alérgicas se clasifican según el órgano comprometido o el tipo de alérgeno: respiratorias, alimentarias, cutáneas, medicamentosas e incluso por picaduras de insectos. La forma más grave es la anafilaxia, que puede desencadenar shock en minutos tras el contacto con el alérgeno.
El enfoque terapéutico inicia con un diagnóstico de precisión y educación del paciente. Antihistamínicos, corticoides nasales y aerosoles tópicos alivian la sintomatología. En casos resistentes, se recurre a la inmunoterapia con vacunas específicas para desensibilizar al organismo frente al alérgeno causal.
Reducir la exposición ambiental es clave. Se recomienda limitar actividades al aire libre en días de alta polinización, cerrar ventanas, ventilar en horarios de baja concentración de pólenes, ducharse al volver de la calle y usar fundas antiácaros en almohadas y colchones.
Las alergias respiratorias generan ausentismo escolar y laboral y afectan el bienestar familiar. La OMS calcula que el asma y la rinitis alérgica provocan alrededor de 250.000 muertes anuales, muchas de ellas evitables con diagnóstico y tratamiento adecuados.
Frente a la creciente incidencia mundial de alergias –la OMS prevé que para 2050 uno de cada dos habitantes podría sufrir algún tipo–, los especialistas insisten en la consulta temprana y el seguimiento personalizado para mejorar la calidad de vida y reducir complicaciones graves.
✍️ Redacción Diario Inclusión