La dispepsia, también conocida como indigestión crónica, afecta al 30% de la población argentina y se presenta con síntomas como dolor abdominal, sensación de llenura precoz y ardor estomacal. Aunque muchos la consideran un malestar menor, expertos advierten que puede esconder afecciones más graves si no se trata adecuadamente.
Según el Dr. Jorge Olmos, jefe de Neurogastroenterología del Hospital de Clínicas de la UBA, existen dos tipos principales: la dispepsia funcional, vinculada al estrés y los hábitos alimentarios, y la orgánica, que puede estar relacionada con úlceras o incluso cáncer gástrico. La forma funcional representa el 70% de los casos y suele volverse crónica si no se modifican los factores desencadenantes.
El uso de medicamentos de venta libre puede enmascarar los síntomas y retrasar un diagnóstico preciso. Por eso, los especialistas recomiendan acudir a un médico ante cualquier molestia persistente. “Lo que parece un malestar simple podría estar relacionado con algo más complejo”, advierte Olmos.
Entre las recomendaciones para prevenir o aliviar la dispepsia se destacan: reducir las porciones, evitar acostarse después de comer, moderar el consumo de alcohol y cafeína, y controlar el estrés mediante técnicas como el yoga o el mindfulness. Estos cambios pueden marcar una gran diferencia en el bienestar digestivo.
La dispepsia no solo genera incomodidad física, sino también ansiedad y dificultades en el rendimiento laboral. En un país donde los trastornos digestivos representan el 70% de las consultas en gastroenterología, concientizar sobre esta condición se vuelve urgente y necesario.
📝 Redacción Diario Inclusión