Tostadas para el desayuno, pan acompañando el almuerzo o un sándwich para la merienda. El pan es, sin duda, uno de los alimentos más consumidos a nivel mundial y un carbohidrato esencial en muchas de nuestras comidas diarias. En países como España, es casi impensable sentarse a la mesa sin una rebanada de pan que complemente el plato. Este alimento básico ha sido parte de la cultura culinaria durante siglos, aunque su forma de consumo ha evolucionado según las necesidades de la sociedad.
El ritmo acelerado de la vida diaria ha llevado a que muchas personas opten por comprarlo ya cortado en la panadería o el supermercado para luego congelarlo e ir consumiéndolo a lo largo de la semana. Este procedimiento no solo contribuye a reducir el desperdicio alimentario, sino que, según algunos nutricionistas, también puede influir en la salud digestiva.

El endocrino Francisco Rosero explica algunos de los cambios que se producen al consumir pan descongelado y aclara si realmente resulta beneficioso
El endocrino Francisco Rosero explica algunos de los cambios que se producen al consumir pan descongelado y aclara si realmente resulta beneficioso para el organismo. “Congelar el pan no lo hace más saludable, el problema no es solo el pico de azúcar, sino el impacto metabólico de un alimento ultraprocesado”, advierte. El experto explica que, como ocurre con otros alimentos ricos en almidón, al congelarse el pan sufre una transformación en la que parte de este compuesto se convierte en almidón resistente, lo que dificulta su digestión.
Es cierto que congelar el pan disminuye ligeramente su capacidad de elevar la glucosa, pero sigue siendo un carbohidrato ultraprocesado
El endocrino señala que diversos estudios han demostrado que congelar el pan y posteriormente tostarlo o recalentarlo también puede reducir su índice glucémico, lo que implica un aumento más lento y moderado del azúcar en sangre en comparación con el pan fresco. No obstante, Rosero advierte que, si bien la respuesta glucémica se atenúa, sigue generando picos de azúcar. “Por ejemplo, si el pan normalmente eleva la glucosa en sangre en 40 miligramos, al congelarlo esta subida puede reducirse a 30”, explica.
A pesar de esta reducción en el índice glucémico, el especialista enfatiza que congelar el pan no lo convierte en una opción más saludable si se trata de un producto ultraprocesado. “Sigue siendo un alimento industrializado, y su impacto glucémico sigue siendo elevado. En definitiva, es un carbohidrato refinado que estimula la liberación de insulina y puede contribuir a procesos inflamatorios, sin mencionar los ingredientes adicionales que suelen incluirse en su formulación: margarinas, aceites vegetales industriales, azúcar e incluso colorantes. Dicho esto, es cierto que congelarlo disminuye ligeramente su capacidad de elevar la glucosa, pero sigue siendo un carbohidrato ultraprocesado, no hay mucho que hacer”, advierte.
No obstante, no todos los panes son ultraprocesados. El experto señala que la mejor opción es optar por pan casero, de panadería artesanal o elaborado con masa madre, asegurándose de que contenga ingredientes naturales y carezca de aditivos innecesarios.