“Llego en 10 minutos” o “Estoy yendo” son frases comunes que, según la psicología, pueden esconder mucho más que una simple demora. Un informe publicado por expertos revela que la impuntualidad crónica está vinculada a sesgos cognitivos, rasgos de personalidad y hábitos difíciles de modificar.
La psicóloga María Carolina Palavezzatti, docente de la Fundación Aiglé, explicó que muchas personas llegan tarde porque subestiman el tiempo que les lleva realizar tareas. Este sesgo de estimación temporal hace que planifiquen con base en escenarios ideales, ignorando posibles contratiempos.
Otro factor clave es el sesgo de optimismo: quienes lo padecen tienden a creer que todo saldrá bien y que no habrá obstáculos. Incluso si han llegado tarde en el pasado, confían en que “esta vez será diferente”, perpetuando el ciclo de impuntualidad.
La falacia de la planificación también influye. Se trata de la creencia de que las tareas futuras tomarán menos tiempo que las pasadas, lo que lleva a una estimación errónea de los tiempos reales. Según estudios citados en el informe, los impuntuales pueden subestimar hasta en un 40% la duración de una actividad.
Las consecuencias no son menores. En el ámbito laboral, la impuntualidad reiterada puede dañar la reputación profesional, generar conflictos con colegas y derivar en sanciones. En lo personal, afecta la confianza en los vínculos y puede provocar tensiones con amigos, familiares o parejas.
El estrés y la ansiedad también son efectos frecuentes. Vivir corriendo para cumplir con compromisos genera un desgaste emocional que, con el tiempo, puede consolidar una imagen de irresponsabilidad ante los demás.
En las relaciones amorosas, el impacto puede ser aún más profundo. Palavezzatti advierte que no solo importa el retraso en sí, sino cómo lo interpreta la pareja. En etapas iniciales, llegar tarde a una cita puede ser percibido como falta de interés o compromiso.
Para revertir esta conducta, la especialista propone estrategias concretas: usar el reloj como aliado, evitar hacer “una cosa más” antes de salir, y planificar considerando el peor escenario posible. También recomienda desagregar tareas para estimar mejor su duración.
Otra técnica útil es pedir a otra persona que estime el tiempo necesario para completar una actividad. Según Palavezzatti, somos más precisos al calcular el tiempo que le llevará a otro realizar una tarea que al hacerlo para nosotros mismos.
La impuntualidad no es solo una cuestión de organización, sino un reflejo de cómo pensamos y sentimos frente al tiempo. Reconocer los patrones que la sostienen es el primer paso para cambiar y mejorar nuestras relaciones personales y profesionales.
⏰ Redacción Diario Inclusión