Desde la pandemia de COVID-19, que cambió la vida y la relación con las infecciones virales tal como la conocíamos, las autoridades sanitarias y la población en general permanecen en estado de alerta ante la posibilidad de que un nuevo patógeno -conocido o desconocido- pueda generar una situación similar.
Sin embargo, cada virus tiene su propia dinámica y no todos adquieren escala pandémica. Por eso, la vigilancia epidemiológica de los casos y la prevención sanitaria en el epicentro del brote infeccioso, son herramientas claves de la salud pública global.
La viruela símica (mpox), conocida como viruela del mono, acapara nuevamente los focos de atención desde que el 14 de agosto la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró por segunda vez (antes lo había hecho en 2022) la emergencia de salud pública de interés internacional por mpox. Mientras África vive un drama humanitario por el crecimiento exponencial, con más de 19.000 casos en la República Democrática del Congo, donde la mayoría de los afectados son niños y jóvenes, la situación en América Latina es muy diferente.
En Argentina, se reportaron 10 casos confirmados en lo que va del año, según la última actualización del Ministerio de Salud de la Nación, divulgada este lunes en el Boletín Epidemiológico. Ninguno de los pacientes contrajo la infección con la variante del virus que circula en el Congo y que es más agresiva.
El doctor Juan Carlos Cisneros, médico infectólogo y subdirector del Hospital Francisco J. Muñiz (M.N. 62.530), institución de referencia en enfermedades infecciones, señaló: “La situación en el país es francamente favorable, hay una curva de descenso muy importante si evaluamos que en 2022 se registraron 1025 casos de viruela símica, alrededor de 300 en el 2023, y hasta el 17 de agosto de este año llevábamos solo 10 confirmados. La sensación es de una epidemia controlada”.
El brote en África es impulsado por un clado más virulento, lo que significa que es más probable que cause una enfermedad grave. “El clado que motivó la declaración de emergencia de la OMS es el Ib, que presenta mayores tasas de mortalidad. En cambio, en Argentina por el momento solo se ha detectado el clado IIb de menor mortalidad”, describió a Infobae, el médico infectólogo Daniel Stecher (MN 55.467), consultor en el Hospital de Clínicas “José de San Martín” de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
En ese sentido, Cisneros agregó: “El clado circulante en Argentina ha sido exclusivamente el clado II, el aumento del clado I es reciente, de este año, y se ha registrado exclusivamente en África, fundamentalmente en la República Democrática del Congo. Y en el resto del mundo, solo se registró un caso en Suecia. Eso significa que hasta el momento no ha repercutido en otros lugares. La declaración de alerta de la OMS sirve para generar un cerco epidemiológico y tratar de que esta epidemia no salga del lugar de origen”.