Un emprendimiento familiar, en cualquier ámbito, puede significar un desafío.
La historia de la Clínica Dr. Roberto Raña tuvo sus inicios hace más de 50 años cuando Roberto y su familia decidieron dejar Buenos Aires e instalarse en Neuquén a raíz de un llamado de la Provincia a que profesionales de distintas especialidades se incorporaran al sistema público de salud. Vendieron todo lo que tenían en la ciudad para poder pagar la mudanza y cargaron su auto Gordini de ilusiones además de libros, el perro y el canario. Con todo ese equipaje a cuestas y con la compañía de su hermano, Jorge, Roberto se lanzó a la ruta y emprendió su travesía al sur.
“Nosotros fuimos en avión con mi mamá y llegamos a un lugar que era muy chico, muy despoblado para esa época. Para ella fue un poco difícil pero para nosotros fue una etapa muy feliz porque teníamos mucha libertad”, recuerda Andrea, la mayor de los 4 hijos del matrimonio.
Una vez instalado en su nuevo hogar, Roberto se incorporó al Hospital Provincial Dr. Castro Rendón convirtiéndose en el primer hematólogo en la región patagónica y creando el servicio de hematología y hemoterapia en ese nosocomio.
Sin embargo y pese a todo su reconocimiento, se le hacía difícil mantener a su familia. “En el hospital ganaba 60 pesos de ese momento y el alquiler de la casa le salía 35. Resultó que Neuquén no era lo que esperaban pero no volvieron a Buenos Aires porque no tenían más cosas para vender” coinciden sus hijos.
Ante este panorama y con la necesidad de salir adelante, en el año ’72 Roberto inició en paralelo actividades en el ámbito privado con un consultorio médico. Apenas unos años más tarde se asoció con dos profesionales bioquímicos sumando el laboratorio de análisis clínicos y en 1975 constituyó el banco de sangre.
Una vez creadas las tres unidades de lo que hoy es Clínica Dr. Roberto Raña, Jorge, el hermano de Roberto, decidió involucrarse con la empresa para ayudarla a crecer y convertirla en un referente de la salud en Neuquén. Fueron años de expansión pero que se vieron sacudidos abruptamente por un drama familiar.
Los mas grandes golpes
En el año 2000 Jorge falleció y la Clínica vivió una situación crítica en cuanto a su futuro. “Fue un momento muy duro para mi padre porque además tuvo que lidiar con la terrible enfermedad de su hermano” resume Pablo.
Las consecuencias de una pérdida tan grande también se vieron reflejadas en la administración de la empresa. “Mi papá era una persona que creía en la palabra y no buscaba tener papeles firmados. La empresa no estaba ajena a eso y no había ningún papel que acreditara la sociedad tal cual era. Entonces hubo que rever algunos temas y ordenar cuestiones administrativas que no habían sido previstas para seguir adelante”.
Habían pasado sólo dos años desde aquel terrible episodio cuando de forma inesperada falleció también Roberto y un nuevo drama sacudió a los Raña. “Fue un cimbronazo importante pero la gente seguían necesitando asistencia y tuve que tener la cabeza despejada para ocuparme de la parte profesional. Eso fue lo más difícil” concluye Pablo quien se hizo cargo de la cartera de pacientes de su padre.
Innovación y crecimiento
A partir de ese momento Néstor cambió su rol de profesional bioquímico a socio gerente y se continuó apostando al fortalecimiento de todos los servicios, desplegando una estructura apoyada en la tecnología y el profesionalismo; desarrollando nuevos departamentos como Biología Molecular y Citometría de flujo.
Con el paso del tiempo se comenzó a trabajar por códigos de barra, a brindar los resultados por una página web y a insertarse en una red de laboratorios de alta complejidad, lo cual fue de la mano con la certificación de calidad de las normas ISO.
En la actualidad están dentro de la red de laboratorios más importante del país y los consultorios médicos junto con el banco de sangre hacen que la dimensión de la empresa sea mucho mayor.