Alfredo Coto es el dueño de la cadena de supermercados que lleva su apellido y para el 2020 ya se ubicaba en el puesto 26 del ranking Forbes, con una fortuna familiar de USD 450 millones. El Grupo se organiza en base a tres empresas: una de ellas ejerce el rol principal, que es la actividad supermercadista (Coto CICSA).
Pero el origen empresarial de Coto fue otro: el negocio de la carne, que luego pasó a ser el de los frigoríficos, y que hoy significa una integración vertical más que redituable en tiempos de creciente demanda china.
Alfredo Coto nació el 9 de octubre de 1941 en Buenos Aires. Joaquín Coto, su papá, era un inmigrante gallego que tenía una pequeña carnicería en un mercado municipal que funcionaba en Retiro y desde chico Alfredo lo acompañaba en sus recorridas por el Mercado de Liniers. Junto con su esposa, Gloria, en 1970 fundó la primera carnicería, luego de haberse introducido en el mercado de la compra de hacienda y el reparto de carne en pequeños comercios.
A partir de la primera carnicería que se estableció en el barrio de Boedo, Coto fue creando una cadena minorista que, cuando en 1987 inauguró su primer supermercado en la ciudad de Mar de Ajó, ya estaba consolidada como la mayor red de carnicerías integradas del país. Según el mismo Alfredo, el éxito de la cadena de carnicerías que fue instalando en la ciudad a comienzos de los 70, se debió a un sistema de heladeras novedoso para la época, que permitía poner mucha carne en el mostrador sin cortar la cadena de frío. No compraba la mercadería en el frigorífico, la sacaba directamente de la hacienda y la faenaba en su mercado, lo que lo hizo competir con precios mucho más baratos y en poco tiempo logró extenderse territorialmente multiplicando los supermercados.
Las sucursales de Coto alcanzan a 36 hipermercados, 81 supermercados y 8 minimercados. Opera, además, tres frigoríficos y una planta avícola desde los cuales exporta al resto del mundo. En todo este conglomerado trabajan algo más de 18.000 empleados. Se trata de uno de los empleadores privados más importantes del país.
Posee una planta frigorífica en La Matanza, llamada Famaba, con capacidad de faena de entre 20.000 y 30.000 cabezas mensuales. Asimismo, en Esteban Echeverría tiene una planta de producción avícola en la que invirtió $ 90 millones. Comenzó abasteciendo la demanda de pollo de sus locales, pero hoy abastece a otras cadenas. Un 30% de lo que produce es destinado al mercado interno y el 70% se exporta a la región.
«Descubrimos que si queríamos extender nuestras operaciones debíamos responder a la conducta de compra de los argentinos, que comenzaba a privilegiar las bocas con propuestas comerciales integrales», señaló Coto en una entrevista, pues en 1989, bajo la presidencia de Carlos Ménem se modificó la ley de inversiones extranjeras dando paso libre a la competencia.
Desde entonces, la cadena no detuvo su expansión: amplió la propuesta creando en 1992 un nuevo formato, al que bautizó maximercado, un término que acuñó el propio Coto. La oferta de los maximercados sumó superficie de ventas (el formato tiene en promedio 4. 000 metros cuadrados) e incorporó al mix la comercialización de productos de panadería, pastas y rotisería, que son elaborados en las mismas sucursales. Pero hubo más. En 1994, Coto consideró que la escala de su negocio ya le permitía tomar parte de la batalla que comenzaban a librar los hipermercados. Sabía que para poder competir debería montar superficies aún más grandes y una oferta de varios ítem -bazar, textiles, electrónica- que le permitiera enfrentar a Carrefour y a Wal-Mart, que había anunciado su desembarco en Avellaneda para mediados del ´95. La respuesta no se hizo esperar: llegó con la apertura de dos hipermercados, uno en Pompeya y otro en Sarandí, a veinte cuadras de la primera boca instalada por los estadounidenses.
La expansión experimentada por Coto Cicsa durante los últimos años se traduce en sus balances: la cadena pasó de facturar US$ 450 millones en el ejercicio ´92/´93, a los US$ 700 millones recaudados al año siguiente. Para el período ´94/´95, las ventas ya llegaban a US$ 871 millones. Y crecen hasta US$ 1. 034 millones en su ejercicio ´95/´96, cerrado en junio. Sus utilidades tuvieron el mismo comportamiento: mientras que en el período ´92/´93 la empresa obtenía ganancias por US$ 7,5 millones, en el balance siguiente las utilidades llegaban a US$ 28,5 millones, para caer a US$ 21 millones en el ejercicio ´94/´95 y volver a subir en el último hasta un estimado que roza los US$ 30 millones. Los balances también permiten observar que el crecimiento anual del patrimonio neto de la cadena -que pasó de US$ 17 millones para el ejercicio 1992/93 a US$ 60 millones para el período 1994/95- se corresponde con las utilidades obtenidas por la empresa en cada ejercicio inmediato anterior.
Cabe destacar que Coto resultó ser cabeza del movimiento que desprendió a los supermercados de la Cámara Argentina de Supermercados, creando la Asociación de Supermercados Unidos. Ésto desató un conflicto entre Coto y la presidencia del momento, liderada por Néstor Kirchner, quien los acusó de operar de manera cartelizada para acordar aumentos de precios de los productos de la canasta básica y de querer «saquear el bolsillo de los argentinos».
«Señor Coto: yo lo conozco muy bien a usted y sé cómo trabaja sobre los bolsillos de los argentinos. Nosotros nos vamos a organizar desde el Estado y vamos a ayudar a organizar ligas de consumidores, y vamos a seguir lo que hacen ustedes permanentemente», advirtió Kirchner. Posteriormente, este conflicto entre Coto y Kirchner quedó resuelta y la empresa siguió creciendo con la expansión hacia otros rubros y con la incorporación de los hijos de Alfredo.
Pero no todo es color de rosa, pues en 2018 se halló un arsenal en una sucursal de un supermercado de esa cadena en el barrio porteño de Caballito, lo que le significó un procesamiento por el juez Sebastián Ramos, a Alfredo Coto y su hijo. Coto fue procesado por: “tenencia ilegítima de materiales explosivos”, “acopio de armas de fuego, piezas o municiones” y adulteración o supresión del número o grabado de un arma”. Dicho de otro modo, el dueño de la famosa cadena de supermercados fue responsabilizado penalmente por delitos graves e inhabilitado como usuario de armas, al igual que su empresa (que no podrá ser usuaria colectiva), a raíz del hallazgo de un arsenal que estaba guardado en la sucursal de la calle Paysandú al 1800, en Caballito. ¿Qué había? Más de 200 granadas, 41 proyectiles de gases lacrimógenos, 27 armas de fuego, gas pimienta, 3800 municiones, un silenciador, 14 chalecos antibala, 22 cascos, entre otras cosas.
La justicia finalmente sobreseyó a Alfredo Coto y a su hijo Germán en la causa iniciada.
Además, se halló en la investigación de los Panamá Papers que Alfredo Coto fue uno de los beneficiados por la “Ley de Amnistía Fiscal”, que permitió a los grandes empresarios blanquear millones que usaban para la evasión, la especulación y la fuga de capitales. Alfredo Coto quedó primero en el ranking, al blanquear $7.000 millones sin tener que pagar multas. La investigación llevada a cabo por el Consorcio de Periodistas denominada Panamá Papers descubrió que la empresa tenía tres sociedades en Panamá y otra en Islas Vírgenes .