Donald Trump comienza su segundo mandato como presidente de Estados Unidos este lunes 20 de enero. Durante su campaña electoral, el candidato republicano prometió realizar la mayor operación de deportación en la historia del país norteamericano. No obstante, su historia familiar también tiene un origen migrante, tanto por el lado paterno como el materno.
A lo largo de su carrera política, Trump no solo se encargó de perseguir su objetivo de luchar contra los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, sino también de proponer medidas restrictivas para los que lo hacen de forma legal. Sin embargo, esto contrasta con la historia de sus antepasados, que también eran extranjeros y llegaron al país norteamericano en busca de nuevas oportunidades.
Las raíces paternas de la familia de Trump
Por el lado paterno del árbol genealógico de los Trump, se encuentra una historia de migración de Alemania a Estados Unidos. Se trata del viaje que realizó Friedrich Trump, el abuelo de Donald, en octubre de 1885.
Friedrich Drumpf nació en Kallstadt, una región del por aquel entonces Reino de Baviera, en 1869. Sin embargo, a sus 16 años se trasladó a Nueva York sin la compañía de ningún adulto con el fin de aprender el oficio de barbero y ayudar a pagar las cuentas de su familia. Frederick trabajó como barbero durante unos años tras su llegada y permaneció en la ciudad durante aproximadamente cinco años, acumulando una modesta cantidad de ahorros. Durante este tiempo, vivió en el Lower East Side, una zona bulliciosa conocida por su gran población de inmigrantes alemanes, lo que lo ayudó a integrarse.
Frederick utilizó el capital que había ganado con tanto esfuerzo para demostrar su espíritu emprendedor y se dirigió al Oeste, como muchos otros en aquella época. En 1891 se trasladó a Seattle, una ciudad llena de oportunidades gracias al auge económico de finales del siglo XIX.
Según los relatos, se cree que Frederick compró un establecimiento existente conocido como «Poodle Dog» y lo rebautizó como «Dairy Restaurant» o simplemente «The Dairy». Este negocio estaba ubicado en 208 Washington Street en Pioneer Square de Seattle, un barrio conocido por su animada vida nocturna y su asociación con el distrito de luz roja.
Poco después (1892), a los 23 años de edad, consiguió la ciudadanía estadounidense, siendo inscrito con el americanizado nombre de Frederick Trump (quedando el apellido ya modificado para las siguientes generaciones). Una de las primeras cosas que hizo como nuevo estadounidense fue la de ejercer el derecho al voto en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre de aquel mismo año.
Frederick decidió reinvertir abriendo un negocio similar en otra ubicación, debido a que los depósitos mineros cercanos a Seatle empezaban a estar agotados y la población de Monte Cristo (en aquel mismo Estado) empezaba a prosperar, siendo adquiridos dos tercios de las participaciones de las minas de oro y plata de aquel lugar por la próspera empresa del magnate del petróleo John Davison Rockefeller.
En 1894 Frederick no se lo pensó dos veces, vendió el Dairy Restaurant y se trasladó hasta Monte Cristo, donde adquirió una parcela de 16 hectáreas (según consta, lo hizo de manera irregular) y en la que levantó una nueva casa de huéspedes que fue bautizado con su apellido ‘Trump’.
Se convirtió en un hombre próspero y respetado, hasta tal punto que en 1896 fue escogido como ‘Juez de Paz’ de la población. Además de tener buen olfato para los negocios, también lo tuvo para ver cuándo era el momento de vender y trasladarse y aquel mismo año decidió hacerlo, ante el inminente pinchazo de la enorme burbuja que se había creado alrededor de la especulación de las minas de oro y plata de Monte Cristo. Vendió anticipándose a la debacle, volviéndose a trasladar hacia Seatle, en que montó otro restaurante (de las mismas características que los anteriores) que le funcionó tan bien que en tan solo un mes liquidó completamente la hipoteca que había firmado para tal adquisición.
Su afán de hombre de negocios lo llevó a trasladarse de nuevo dos años después (1898) hasta la población canadiense de Yukón, donde volvió a abrir otro local de huéspedes y restauración junto a un socio (Ernest Levin) bautizando al nuevo local con el nombre de ‘White Horse’.
La construcción de la nueva línea de ferrocarril que pasaba por allí, junto a las minas descubiertas en los alrededores, convirtieron a White Horse en un negocio próspero y de gran afluencia, llegando a servir hasta tres mil comidas cada día, además de tener una zona de juego y otra habilitada como burdel.
En 1901 las autoridades de Yukón anunciaban que quedaba prohibida la prostitución, el juego y el alcohol en aquella región (la parte que más rendimientos le proporcionaba a Trump y Levin el negocio que regentaban), por lo que Frederick decidió vender la parte que le correspondía a su socio por una buena suma (al cambio actual se calcula que sería aproximadamente medio millón de dólares).
Aquel mismo año, con 32 años de edad y una pequeña fortuna, Frederick Trump decidió que era momento de regresar a su Kallstadt (donde residía su madre y cinco de sus hermanos) y allí conoció a la joven Elisabeth Marie Christ (doce años menor que él), enamorándose y contrayendo matrimonio el 26 de agosto de 1902.
Una boda a la que se opuso la madre de Frederick, quien quería como nuera a otra muchacha de la población de mejor posición social. La animadversión hacia su nuera provocó que la pareja decidiera ir hacia Estado Unidos, donde podrían vivir tranquilamente gracias a la ciudadanía obtenida por él una década atrás.
Se instalaron en Nueva York donde Frederick compró un terreno en el que construyó una casa familiar y empezó a regentar un hotel en la Sexta Avenida, además de compaginarlo con su viejo oficio de barbero. Poco después tuvieron a la primera de sus tres hijos, Elizabeth (1904) y la esposa comenzó a sentir nostalgia de su Alemania natal (además de no sentarle demasiado bien el clima de aquella ciudad), por lo que convenció a Frederick de retornar a Europa.
Trump volvía a dejar atrás el sueño americano y su próspera vida norteamericana, pero a su llegada a Kallstadt, Frederick se encontró con la desagradable sorpresa de que las autoridades locales habían dictado una orden de contra él, acusándolo de haber huido dos décadas atrás del requerimiento que se le había hecho en el reclutamiento al servicio militar obligatorio en el ejército del Reino de Baviera y por tanto, haber perdido la nacionalidad bávara, por lo que debía de ser expulsado del país, teniendo que regresar a los Estados Unidos, algo que en aquel momento él no quería hacer, ya que el deseo de su esposa era vivir en Europa.
Trump escribió una carta al príncipe Luitpold de Baviera solicitando clemencia y no ser deportado, con el fin de no tener que separarse de su familia. Un escrito en el que explicaba cómo había sido su vida, tanto en la niñez como durante el último cuarto de siglo en los EEUU. Pero el mensaje no hizo efecto y fue ordenada su deportación.
El 30 de junio de 1905 la pareja, acompañada de la pequeña Elizabeth, llegaba de regreso a Nueva York y cuatro meses después nació Frederick ‘Fred’ (padre del empresario y presidente de EEUU Donald Trump). En 1907 lo haría John, quien se convertiría en un prestigioso científico.
En esta nueva etapa en los Estados Unidos, Frederick Trump siguió adquiriendo terrenos e invirtiendo en negocios, amasando una importante fortuna que fue el primer paso para el ‘Imperio Trump’, aunque se vio algo mermado tras el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Frederick Trump falleció repentinamente en mayo de 1918 a causa de la pandemia de ‘Gripe española’, siendo su viuda y su hijo Fred quienes siguieron con el negocio familiar que heredaría medio siglo después su nieto Donald. Con fortaleza y endereza, Elizabeth Trump sienta las bases para lo que será el negocio de bienes raices en América.
Frederick Christ Trump, el padre de Donald Trump, nació en Nueva York. A los 17 años fundó su primera empresa constructora. Durante la década de 1920, se dedicó a construir y vender viviendas en el barrio de Queens.
A los 22 años, fundó su primera empresa, E. Trump & Son, junto a su madre tras la muerte de su padre. Esta compañía marcó el inicio de lo que se convertiría en un imperio inmobiliario. En las décadas de 1940 y 1950, expandió su negocio construyendo complejos de viviendas más grandes, aprovechando los programas gubernamentales que fomentaban el desarrollo habitacional tras la Segunda Guerra Mundial.
Durante la década de 1950, cuando el boom de la construcción en Estados Unidos estaba en pleno auge, Fred logró establecerse como un gran visionario en el sector inmobiliario. Su enfoque en viviendas accesibles no solo le permitió destacar en un mercado competitivo, sino también construir una reputación de confiabilidad y calidad.