En el corazón de la Patagonia nació una idea que hoy atraviesa océanos: los Franui, frambuesas congeladas bañadas en capas de chocolate, se han transformado en el producto estrella de la firma Rapanui y aspiran a conquistar mercados globales.
El video “La historia detrás de Rapanui y la idea millonaria de los Franui”, que recorre el origen del negocio familiar, detalla cómo Diego Fenoglio, criándose en el mundo del chocolate gracias a la tradición heredada de su padre, dio vida al snack en 2013 como respuesta a una abundancia de frambuesas en su jardín familiar.
Una familia, una tradición chocolatera
La historia de Rapanui tiene raíces italianas: Aldo Fenoglio emigró a la Argentina en 1948 y fundó la Confitería Tronador en Bariloche, donde se le atribuye la invención del chocolate en rama. Tras su fallecimiento, Diego —su hijo— tomó las riendas del negocio familiar y, en 1996, decidió lanzar su propia marca: Rapanui. El nombre “Rapanui” proviene del nombre de la casa de la infancia de Diego, que luego le dio identidad al emprendimiento.
Diez años después de la fundación de Rapanui, surge Franuí como una innovación local: frambuesas cubiertas en chocolate, pensadas como snack congelado para conservar textura y sabor.
El despegue de los Franui: crecimiento y expansión
El éxito del producto fue vertiginoso. En el país, se venden Franui en miles de puntos de venta y locales propios de Rapanui, mientras que la producción mensual ronda cientos de toneladas.
Para respaldar la demanda interna y externa, la empresa inauguró una planta en Valencia, España, con una inversión de 3,5 millones de euros, desde donde abastece gran parte del mercado europeo. Además, la empresa construye una nueva planta en Fátima (provincia de Buenos Aires), con 5.500 m² dedicados casi exclusivamente a la fabricación de Franui, con el objetivo de duplicar la producción actual y fortalecer las exportaciones latinoamericanas. Esa nueva planta generará cerca de 250 empleos adicionales.
Con estas expansiones, Rapanui aspira a operar en más de 50 países hacia fines del año, consolidando su presencia en Latinoamérica, Europa y otras regiones.
En la Argentina, se proyecta producir 60 millones de potes de Franui anualmente, combinando cinco plantas y un equipo de alrededor de 300 colaboradores en tres turnos.
La estrategia productiva también es vertical: Rapanui adquirió 100 hectáreas en Chubut, con miras a multiplicar su producción propia de frambuesas y reducir la dependencia de proveedores externos.
Desafíos y oportunidades
El salto internacional no estuvo exento de retos. En el mercado europeo, el producto se enfrenta a la necesidad de mantener la misma calidad sensorial que caracteriza al Franui argentino, lo que implica controles rigurosos de materia prima y adaptación logística. En algunos mercados, las ventas crecieron de forma explosiva gracias a su exposición en redes sociales, lo cual generó rupturas de stock inesperadas. Tal es el caso de Francia, donde el fenómeno Franui se volvió viral y es difícil de conseguir en supermercados.
Otro desafío es la escalabilidad del negocio. Lograr que un “snack premium y congelado” sea accesible y rentable en diferentes geografías requiere optimizar costos logísticos, asegurar cadena de frío y competir con otras categorías de indulgencia.
Un producto con impacto mediático
La historia de Franui fue contada en el video citado, que expone los orígenes del emprendimiento, la transición generacional, la innovación constante y la visión global de la empresa. Ese relato encaja con el perfil que los medios han destacado: Diego Fenoglio es llamado el “Willy Wonka argentino” por su capacidad creativa en el mundo del chocolate.
Recientemente, los medios europeos han destacado que en Francia se vendieron 687.000 potes y generaron más de 4 millones de euros en ingresos en seis meses, un salto sustentado principalmente por el impulso en redes sociales sin inversión publicitaria tradicional.
Conclusión
Lo que comenzó como una curiosidad doméstica —frambuesas del jardín bañadas en chocolate— se convirtió en un fenómeno empresarial global. Con raíces patagónicas y visión internacional, Rapanui —a través de su joya Franui— busca afirmar su lugar en el mundo, enfrentar los desafíos logísticos y productivos propios del consumo premium, y sostener un crecimiento que ya no es local, sino planetario.
Redacción: Diario Inclusión.